Apuntes de un boticario. De asociaciones y reinos de taifas

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En su visión del mundo de la farmacia, el analista repasa lo que fue y lo que es la dedicación profesional a este quehacer en el que, según insiste, tiene un mucho que ver la distribución farmacéutica, como en su día la tuvieron los colegios.

Yo tiro porque me toca, aunque no sea titular ni trabaje en una Farmacia, porque me parece que hay una cierta tendencia al divide y vencerás con proyectos como el de la Ley de Colegios Profesionales. Digo lo del tiro porque me toca, puesto que la Farmacia, en su estricto sentido de botica, es una profesión bastante inusual. Su atomización la convierte en reinos taifas y su fuente de ingresos no está basada en una nómina. Con estos dos matices basta para demostrar la excepcionalidad de esta profesión.

 

Cualquier medida que ataque o intente atacar los cimientos de otras profesiones sanitarias (médicos o enfermeros) tiene una rápida respuesta popular, puesto que al ser compañeros que normalmente trabajan en grandes grupos el boca/oído funciona con más rapidez que twitter. Pero el pobre boticario, no digamos ya del rural aislado en núcleos que no llegan a los mil habitantes, vive en una soledad que cualquier problema personal o que ataña al colectivo, para ser difundido entre los compañeros más próximos, necesita de la ayuda del antiguo cosario al que hoy sustituye el mensajero diligente que es Internet. Por ello la creación de los Colegios Profesionales en nuestra profesión, al igual que las asociaciones patronales que aglutinan la faceta ineludible del farmacéutico empresario, son logros que fomentan la unión y el contacto. Pero hay más. Posterior a la creación de los Colegios y antes del movimiento patronal, los boticarios, allá por los años treinta del pasado siglo, crearon las Cooperativas Farmacéuticas instados por las competencias de cereros y drogueros, honrados comerciantes pero a larga distancia de unos profesionales académicos.

 

Pero, como decía al principio, parece ser que esta actitud asociativa, tan beneficiosa para nuestra profesión, no está bien vista por nuestros administradores. Valga un ejemplo: hasta hace muy poco tiempo las competencias para abrir una nueva Farmacia eran exclusivamente de los Colegios Farmacéuticos. Esto desapareció y actualmente están en manos de las correspondientes Delegaciones de Salud. No queda aquí la cosa sino, y en esto han tenido la culpa muchos farmacéuticos un tanto avariciosos, que actualmente la normativa de horarios de apertura al público, antes coordinadas y dictadas por los Colegios, hoy, al igual que la antes citada, también recae en la Administración.

 

Un profesional de la oficina de Farmacia siempre, ante este asunto de horarios, tenía las espaldas cubiertas por su Colegio ya que alegaban al paciente, y con razón, que ellos seguían las directrices de su organismo colegial que bien se preocupaba de que la población estuviese perfectamente atendida las 24 horas del día.

 

Y llegamos al movimiento cooperativo y la distribución. ¿Qué sería del reino taifa de la botica sin unos almacenes, fundamentalmente cooperativas, que son lo que yo llamo la "Gran rebotica de la Farmacia"? ¿Cómo sería posible que un paciente en la más recóndita aldea del país tuviera su medicación en punto y hora? ¿Y las consultas? Desde un tema veterinario a otro de ortopedia, pasando por la formulación magistral, no podría ser atendido sin estas cooperativas que, sin embargo, cada vez ven más menguados sus márgenes y observancia de la laxitud con otros aparatos logísticos que nada tienen que ver con la profesional y acreditada distribución.

 

¿Y el factor humano?. Para más información pregunten por Popi.

 

Pedro Caballero-Infante PeralesPedro Caballero-Infante Perales

Farmacéutico. Especialista en Análisis Clínicos

E-mail: [email protected]

Twitter: @caballeroinf