La investigadora Marta Moreno-Ortega estudió la conectividad funcional en diferentes zonas cerebrales en pacientes deprimidos y pacientes controles, centrándose en la corteza frontal, límbicas y la red por defecto antes y después del tratamiento. Según explica, "existe un interés cada vez mayor en la utilización de análisis de conectividad funcional en estado de reposo (RSFC) para subtipos de depresión y para predecir la respuesta al tratamiento, pero la identificación de estos patrones asociados con la respuesta a la terapia electroconvulsiva sigue siendo limitada, de ahí la necesidad de investigar en este sentido".
Una de las zonas cerebrales que también se identifican en los pacientes deprimidos con una conectividad basal disminuida comprende áreas visuales tanto en el ámbito de conectividad intrínseca como de conectividad entre estas áreas y redes fronto-límbicas. Al respecto, desde el CIBERSAM, Marta Moreno-Ortega apunta que se mostró que "con la simple inclusión de medidas basales de conectividad de la corteza visual y conectividad intrínseca visual al algoritmo, se consiguió predecir el 100 por cien de pacientes respondedores y pacientes no-respondedores al tratamiento".
Inclusión de la zona visual
Los investigadores indican que teniendo en cuenta que el porcentaje de no-respondedores al electroshock en la depresión resistente puede llegar hasta el 50 por ciento, "este modelo tiene una gran importancia sanitaria al permitir evitar tratamientos anticonvulsivos innecesarios evitando someter a los pacientes a los posibles efectos secundarios de esta técnica y realizar un tratamiento mucho más personalizado".Estos datos de la investigación del CIBERSAM muestran, además, que la inclusión de la zona visual es importante para el conocimiento de la fisiopatología de la depresión resistente y de la respuesta terapéutica. Asimismo, identifica una zona cerebral que habitualmente no se tienen cuenta en los tratamientos de estimulación cerebral.