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Impacto social de la pandemia en España. Una evaluación preliminar

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La Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) ha editado el estudio 'Impacto social de la pandemia en España. Una evaluación preliminar', según el cual el confinamiento y las restricciones al movimiento de personas tuvieron un fuerte impacto en el empleo y permiten anticipar un mayor deterioro generalizado de los indicadores de desigualdad social y pobreza.

Los servicios redujeron su tasa hasta el 0,1 por ciento, la más baja en seis años, con la inflación en los de telefonía y en enseñanza superior en negativo. En los productos energéticos, cayeron los precios del gas y la electricidad, así como de combustibles y carburantes. Respecto a los alimentos, la inflación en los elaborados se redujo hasta el 1 por ciento y en los no elaborados hasta el 4,1 por ciento, debido a la bajada de las frutas frescas.

Con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de hogares sin ningún tipo de ingreso aumentó en el segundo trimestre del año en 105.600 respecto al último de 2019, con un total de 278.000 personas. Por otra parte, a finales de septiembre eran en torno a 1,25 millones más que en febrero los trabajadores que percibían prestaciones derivadas del empleo (por expedientes de regulación temporal de empleo -ERTE-, por desempleo, o por cese de actividad en el caso de los autónomos) y que, como mínimo, suponían una reducción del 30 por ciento de su salario previo.

Aunque abultada, la cifra fue más baja que la de abril (5,3 millones), cuando el número de personas percibían ingresos inferiores a sus salarios por motivos como haber causado baja como afiliados a la Seguridad Social, encontrarse en ERTE, o por percibir la prestación extraordinaria para autónomos por cese de actividad. Además, las empresas con una deuda elevada y, por ello, con un cierto riesgo de insolvencia, emplean actualmente en España a unos 2,2 millones de personas. Son empleos vulnerables, sobre todo en los sectores más afectados por la pandemia, cuyo mantenimiento solo será posible si las empresas en hibernación pueden reactivarse.

Una de las carac­terísticas de esta crisis, como constata este estudio, es la asimetría de su impacto. La pérdida de ingresos se concentra en los estratos de menor renta, más aso­ciados a las actividades que no se pudieron realizar durante el confinamiento. Asimismo, se refleja en sectores como el turístico, con mayores dificultades para reanudar su actividad. Esto significa que las personas más castiga­das trabajan principalmente en los sectores donde ya se concentraban los salarios medios más bajos del mercado laboral.
Aumento de la desigualdad
El aumento en la desigualdad se mitigó por los ERTE y otras medidas implementadas para compensar la caída de la actividad, de forma que, de momento, el impacto es menos significativo de lo que se temió en comparación con crisis anteriores si se tiene en cuenta la magnitud sin precedentes del shock. Sin embargo, la cobertura de las medidas de prevención y contención de la crisis está sujeta a condiciones que limitan su universalidad y no se puede evitar que aumente la pobreza efectiva en algunos colectivos.

Como el deterioro de las rentas de las familias se concentró en los estratos sociales que ya tenían rentas más bajas, las situaciones de necesidad severa aumentaron de forma considerable. En conse­cuencia, y ante los huecos en la cobertura de las políticas sociales, por diseño o por su implementación, la demanda de acción social por parte de las ONG creció enormemente.

Este análisis de Funcas estima que la demanda de acción social de las grandes ONG, como Cáritas, Cruz Roja y la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), entre otras, aumentó entre un 40 por ciento y un 60 por ciento durante los seis primeros meses de la pandemia. Entre una cuarta parte y un tercio de esa demanda lo forman personas que recurrieron por primera vez a los servicios que ofrecen estas organizaciones (entre 150.000 y 200.000 personas) y, por tanto, cabe atribuir su situación al impacto de la crisis.

Los perfiles predominantes de los nuevos solicitantes de ayuda se asemejan a los de los usuarios previos, que son personas sin ingresos o con ingresos muy bajos e irregulares, inmigrantes y miembros de familias monoparentales, y diversas evidencias apuntan a la mayor juventud de los nuevos solicitantes. Aunque la crisis aún se desarrolla y los datos disponibles son incompletos, el análisis del impacto social de la pandemia en España, a día de hoy, es útil para identi­ficar los problemas y las necesidades que se van a plantear en el futuro. Si la crisis se prolonga, la sociedad española se puede enfrentar a serios riesgos de cohesión social.

Ante este escenario, los principales desafíos pasan por reactivar el empleo en hibernación (o restringido por las medi­das de contención de contagios); mejorar la situación de los colectivos vulnerables no cubiertos, (o insuficiente­mente cubiertos) por las medidas actuales; la gestión y coordinación de las políticas sociales; la sostenibilidad financiera de las medidas anticrisis en un entorno económico complicado con un elevado déficit público; y la búsqueda de consensos políticos y sociales para aprobar e implementar ágilmente políticas eficaces contra las repercusiones sociales más negativas de la pandemia.

Autores: Carlos Ocaña, Eduardo Bandrés, Elisa Chuliá, María Jesús Fernández, Miguel Ángel Malo, Juan Carlos Rodríguez, Raymond Torres.

Título: Impacto social de la pandemia en España. Una evaluación preliminar.

Edición: Funcas.