El informe recuerda que "la crisis provocó una desaceleración en el crecimiento del presupuesto sanitario, particularmente en Europa". Sin embargo, las previsiones apuntan a que "el gasto público en salud, que actualmente representa el seis por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), aumente hasta el nueve por ciento en 2030 y el 14 por ciento en 2060, a menos que "los gobiernos consigan contener los costes".
Por ello, en su último informe sobre la sostenibilidad fiscal de los sistemas sanitarios, la OCDE alerta de que "en la mayoría de países el presupuesto sigue siendo insuficiente por lo que, de cara a los próximos años, será complicado seguir garantizando la misma salud de los ciudadanos y la adquisición de innovación sin grandes reformas y un trabajo conjunto de los ministerios de Sanidad y Hacienda".
Además, la OCDE añade que "la mayoría de los países tienen objetivos o límites para el gasto en salud, pero estos son determinados por factores económicos y no de salud".
El informe recuerda que "los fondos públicos siguen representando alrededor de tres cuartas partes del gasto sanitario de cada país, que aumentaron más rápido que el crecimiento económico en todos los países de la OCDE en los últimos 20 años", destacando que "mucha de esta financiación pública sigue dependiendo de los impuestos que pagan los ciudadanos a través de sus nóminas, por lo que irán disminuyendo a medida que envejezca la población".
En países como Austria, República Checa, Alemania, Corea, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia, más del 70 por ciento de la financiación pública para la salud proviene de las contribuciones sobre la nómina. Y excepto Francia, los impuestos relacionados con el consumo de alcohol, tabaco o alimentos poco saludables apenas sirve para financiar la sanidad.