Los citados científicos hicieron descubrimientos fundamentales que llevaron a la identificación de un nuevo virus, el de la hepatitis C. Antes de su trabajo, el descubrimiento de los virus de la hepatitis A y B había sido un paso crítico hacia adelante, pero la mayoría de los casos de hepatitis transmitida por la sangre seguían sin explicación. El descubrimiento del virus de la hepatitis C reveló la causa de los casos restantes de hepatitis crónica y posibilitó análisis de sangre y nuevos medicamentos que salvaron millones de vidas.
La inflamación del hígado, o hepatitis, una combinación de las palabras griegas para hígado e inflamación, es causada principalmente por infecciones virales, aunque el abuso de alcohol, las toxinas ambientales y las enfermedades autoinmunes también son causas importantes.
En la década de 1940, quedó claro que hay dos tipos principales de hepatitis infecciosa. La primera, llamada A, se transmite por agua o alimentos contaminados y, generalmente, tiene poco impacto a largo plazo en el paciente. El segundo tipo se transmite a través de la sangre y los fluidos corporales y representa una amenaza mucho más grave, ya que puede conducir a una condición crónica, con el desarrollo de cirrosis y cáncer de hígado.
Infección silenciosa
"Esta forma de hepatitis es insidiosa, ya que, de lo contrario, las personas sanas pueden infectarse silenciosamente durante muchos años antes de que surjan complicaciones graves", señalan los científicos. La hepatitis transmitida por la sangre se asocia con una morbilidad y mortalidad significativas, y causa más de un millón de muertes por año en el mundo, lo que la convierte en un problema de salud mundial en una escala comparable a la infección por el VIH y la tuberculosis.