Valentín Fuster
“El ensayo tiene la ambiciosa vocación de cambiar las guías de práctica clínica tras el infarto agudo de miocardio”, planteó el investigador principal del ensayo, Borja Ibáñez, en la presentación de la iniciativa. “Aunque no existe evidencia de su beneficio clínico en pacientes sin disfunción sistólica ventricular izquierda, se prescriben de manera muy frecuente”, indicó, por su parte, el presidente de la SEC, el doctor Manuel Anguita.
Por tanto, la hipótesis del estudio ya pone en cuestión lo apropiado de la prescripción de este tipo de fármacos, además de recordar que los betabloqueantes, pese a tener un perfil de seguridad muy alto y ser muy baratos (ya están fuera de cualquier patente), "no están exentos de posibles efectos adversos que pueden limitar la calidad de vida de los pacientes y que incluyen astenia, debilidad y, en algunos casos, impotencia".
Inquietud y alarma
La forma en que se anuncia la puesta en marcha de este ensayo, que contará con el director del CNIC, el doctor Valentín Fuster, como coinvestigador principal, no tuvo buena acogida por parte de algunos representantes de la profesión médica, como Juan José Rodríguez Sendín."Lo que criticamos es que se anuncie el resultado públicamente antes de haber realizado el estudio, porque tiene efectos", explicó Rodríguez Sendín a Acta Sanitaria. Así, detalló que los autores cuestionan, sin demostrarlo todavía, que el medicamento esté correctamente aplicado en entre un 25 y un 35 por ciento de los casos.
"No se puede anunciar porque estás generando una ansiedad y una duda en todos los afectados", prosiguió el presidente de la Comisión Central de Deontología de la OMC, que recordó que se trata de "una población muy amplia", incluidos pacientes hipertensos. Esta manera de trasmitir el objeto de estudio "puede generar efectos extraordinariamente negativos", insistió.
Rodríguez Sendín es, además, de la opinión de que, incluso aunque el estudio estuviera ya concluido, la forma de comunicarlo no habría sido tampoco la apropiada, ya que "puede generar inquietud y alarma". Los pacientes sin los conocimientos necesarios podrían acudir a la consulta del médico a preguntar si deben seguir tomándolo o, directamente, abandonar el tratamiento sin necesidad. "No es la forma de hacerlo", puntualizó, sin entrar a valorar si el estudio en sí es apropiado o lo oportuno de demostrar la necesidad de prescripción de betabloqueantes a estos pacientes.