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Apuntes de un boticario

No creo que este adagio haya que tomarlo, como está ocurriendo, al pie de la letra. Su mensaje es más genérico: de una forma abstracta, quiere decir que el ser humano ha de ir adaptándose a las circunstancias de su edad y renovando ideas, actitudes e incluso vestimenta.

En el mundo científico, concretamente en el farmacológico, el renovarse, la innovación, es algo tan esencial como la propia supervivencia de la industria farmacéutica si nos referimos, que no es el caso, al aspecto empresarial. De ahí la problemática actual causada por la crisis que está dejando a muchos laboratorios, debido, entre otros, a los recortes, patentes, genéricos y otros lópeces, al borde del caos con la terrible consecuencia de la disminución de sus I+D básicas para el progreso.

¿Qué sería de la antibioterapia si no se estuviese investigando constantemente nuevos antibióticos que luchen contra gérmenes mutantes generados por el abuso de antibióticos de amplio espectro?. ¿Qué remedio le vamos a buscar a las ya mortales bacterias nosocomiales que producen una mortalidad ajena a la enfermedad primaria del ingresado? Es un caso de “renovación” necesaria en base a un fundamento indiscutible. Otra cosa es que la feroz competitividad del mercado haga que para que triunfe un nuevo fármaco se denoste a otro que aún existe y que ha dado, y sigue dando, magníficos resultados acusándolo no sólo de obsoleto sino de perjudicial.

Ya ocurrió hace años con la famosa y eficaz aspirina infantil a la que, con argumentos más o menos espurios, acusaron de poder producir el “síndrome de Reye”. La estrategia funcionó y el antitérmico tan resolutivo para las fiebres inespecíficas de los pequeños fue disminuyendo de una forma galopante hacia otros mercados que curaban lo mismo pero sin ninguna posibilidad de producir el “atroz” síndrome antes referido.

Ahora le ha tocado, sospechosamente, ya que según estadísticas es el segundo fármaco más recetado, a un protector gástrico al que en este caso han sentado en el banquillo acusado de producir una carencia de vitamina B-12. ¿No es dudosa toda esta información a mi entender dirigida?.

Y, como es mi intención en estos “Apuntes”, paso del terreno industrial de la Farmacia, a ésta en sí misma: la entrañable botica. Los farmacéuticos españoles, sin olvidar que la pionera fue una Farmacia sevillana cuyo titular es Manuel Ojeda Casares, han instituido una auténtica revolución tecnológica con la receta electrónica, dicho sea de paso, a costa de sus propios medios económicos y sin ninguna ayuda oficial. Pero otra cosa es que las “renovaciones” y el avance gigantesco de la tecnología imparable para el ciudadano de a pie, perjudique la labor asistencial y vivencial del farmacéutico.

Estoy haciendo referencia a la, llamémosle, moda de las farmacias on-line. Yo he visto, y al referirlo pretendo hacer hincapié en lo absurdo a veces del uso de las nuevas tecnologías, a una secretaria enviar a su jefe un correo electrónico al despacho de éste ubicado en la habitación de al lado. ¿No es más lógico llamar a su puerta sabiendo que no tiene ninguna visita y explicarle el asunto de viva voz?

Si nuestro discurso profesional ha sido, y sigue siendo, “Una Farmacia cercana los 365 días del año a su servicio”,  ¿a qué viene lo de las ofertas on-line y las maravillosas páginas web que algunos compañeros tienen abiertas “ofertando”, y lo pongo entrecomillado porque el farmacéutico, aún en estado crítico, no debe ofertar sino ofrecer asistencia sanitaria, sus servicios dispensadores si el paciente tiene una farmacia a menos de doscientos metros de su domicilio?.

Aparte de lo innecesario me molesta que con estás técnicas, llamadas innovadoras, el farmacéutico esté mostrando la patita comercial , a terrenos que lindan con el duro y puro negocio. Renovarse es facilitar el uso del ciudadano a cualquier menester que le sea necesario como se ha hecho en “Acta Sanitaria”.Pedro Caballero-Infante PeralesFarmacéutico. Especialista en Análisis Clínicos