Juan Pablo Núñez

Tribuna de opinión

Pelargonio. Historia de un uso consolidado en las afecciones respiratorias

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tratamiento alternativo de las infecciones respiratorias altas

La Medicina Tradicional nos brindó ya a finales del siglo XIX, la introducción en Europa de una de las plantas con más potencial para el tratamiento de las afecciones del tracto respiratorio, entre ellas el resfriado común. Se trata del pelargonio (Pelargonium sidoides D.C.), una planta de hasta 50 cm de altura, con porte de geranio ya que pertenece a la familia de las geraniáceas. Presenta hojas acorazonadas con nervadura palmeada y flores de color rojo oscuro.

De Pelargonium sidoides se utilizan las raíces. Éstas son tuberosas, carnosas y de color rojizo, con una corteza pardo-rojiza, agrietadas longitudinalmente.1,2

El pelargonio proviene de la medicina tradicional del Sur de África, principalmente en Lesotho y Provincia del Cabo, donde se ha utilizado por sus propiedades astringentes para el tratamiento de la diarrea y disentería, pero sobre todo como remedio para las infecciones del tracto respiratorio, y al que también se atribuían propiedades como tónico y reconstituyente del organismo.1
Introducción en Europa
Los primeros datos clínicos con pelargonio se obtuvieron a partir de 1920, con un estudio que incluyó 800 pacientes
La introducción del pelargonio en Europa se produjo a finales del siglo XIX, de la mano de Charles Henry Stevens, quien además dio nombre al preparado como “La cura de Stevens”.1 En sus inicios, la cura de Stevens fue utilizada para el tratamiento de la tuberculosis, referida también con el nombre tradicional de la planta “Umckaloabo”, y que tiene relación con una de sus acciones farmacológicas, ya que significa tos fuerte, y que envolvía a esta cura con un cierto misterio, ya que no se dio a conocer su composición hasta 1974. La cura de Stevens fue objeto de publicaciones en las revistas médicas de la época.

Los primeros datos clínicos con pelargonio se obtuvieron a partir de 1920, con un estudio que incluyó 800 pacientes, y cuyos resultados fueron publicados en 1930, y que dieron paso también a los distintos estudios farmacológicos sobre su actividad y mecanismos de acción.
Preparaciones de pelargonio
Las preparaciones de pelargonio más utilizadas son extractos hidroalcohólicos de baja graduación alcohólica (menos del 14% v/v).3 De esta forma, el pelargonio se comercializa como ingrediente de varios medicamentos en Europa para el tratamiento de afecciones del oído, nariz y garganta, entre ellas las infecciones del tracto respiratorio. Estos extractos de pelargonio, de la misma forma que la raíz, contienen proantocianidinas, principalmente de galocatequina y epigalocatequina, que estarían en relación con su actividad astringente.4 Adicionalmente, destaca la presencia de cumarinas altamente oxigenadas, como la umckalina.2 Estas cumarinas han sido también relacionadas, en gran medida, con la actividad farmacológica del pelargonio, principalmente con la inmunomoduladora, y de forma positiva no han mostrado actividad anticoagulante, que pudiera disminuir la seguridad de los preparados.
Acción antiviral y antibacteriana
El pelargonio es activo frente a más del 90% de los virus relacionados con algunas de las principales afecciones respiratorias, interfiriendo, de forma principal, en la replicación vírica
Son diferentes los mecanismos de acción relacionados con la acción farmacológica del pelargonio. El pelargonio posee acción antiviral y antibacteriana.2 Es activo frente a más del 90% de los virus relacionados con algunas de las principales afecciones respiratorias, interfiriendo, de forma principal, en la replicación vírica. La actividad antibacteriana es lo que se conoce como de amplio espectro, al ser activo tanto frente a bacterias Gram positivo como negativas, siendo uno de los mecanismos de acción implicados en la inhibición de la adherencia bacteriana. Destaca su actividad frente micobacterias (Mycobacterium tuberculosis) y otras bacterias asociadas a infecciones respiratorias, como Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, Kelbsiella pneumoniae, Proteus mirabilis, Pseudomonas aeruginosa y Haemophilus influenzae.
Acción inmunomoduladora
Además de la actividad antimicrobiana, los extractos de pelargonio han demostrado una destacada actividad inmunomoduladora5-7, en la que están implicados múltiples mecanismos, como la adhesión bacteriana, una acción sobre los macrófagos (modulación de la fagocitosis, liberación de especies reactivas de oxígeno y de nitrógeno, y del factor de necrosis tumoral (TNF-α), de interferón (IFN) y de distintas citocinas), y la mejora de la función ciliar de la cavidad nasal, aumentando la frecuencia del batido ciliar hasta un 133%.Este último mecanismo es el refuerzo de nuestra principal barrera de entrada de microorganismos, el sistema de defensa mucociliar, y supone, además, una disminución de la capacidad de adherencia bacteriana y un estímulo de la capacidad expectorante que facilita la expulsión del moco generado. 5,8-9
Importancia de la mejora de la función ciliar de la cavidad nasal
Para entender la importancia del efecto sobre la frecuencia del batido ciliar hay que tener en cuenta que por la acción de los cilios nasales, el moco, que recubre las células epiteliales, se mueve de forma continua desde el vestíbulo nasal hacia la faringe donde se traga de forma inconsciente. Más del 90% de las partículas contenidas en el aire respirado quedan retenidas en el moco que, gracias a la función ciliar, es renovado constantemente.

En la mayoría de las afecciones de las vías respiratorias altas, ya sean por infección de los senos, alergias o contaminación ambiental, se altera la función mucociliar. Si esta función se afecta, se enlentece el movimiento del moco y se retienen las secreciones, con el consiguiente acúmulo de contaminantes, alérgenos y bacterias. Lo que origina obstrucción nasal e inflamación.
A modo de conclusión
La combinación de estos mecanismos de acción permite una acción sobre el patógeno, ya sea de forma directa o a través de la estimulación del sistema inmune del paciente, y una mejora significativa de la sintomatología clínica de las distintas afecciones respiratorias. Además, facilita la recuperación del paciente al reducir el cansancio, astenia y malestar general que acompaña al proceso infeccioso.

Los preparados de pelargonio garantizan, además de su eficacia, su seguridad al no presentar efectos adversos relevantes tras su utilización en períodos prolongados.10-18 El pelargonio se posiciona, de este modo, como un tratamiento alternativo y efectivo de las infecciones respiratorias altas, independientemente de si su origen es vírico o bacteriano, permitiendo disminuir el uso inadecuado de antibióticos y reducir las tasas de fármaco-resistencia, cuya incidencia está en aumento de forma crítica y preocupante. El tratamiento con pelargonio proporciona la reducción de toda la sintomatología asociada al resfriado común tanto en relación con la severidad como con la duración.10 En la experiencia clínica se ha observado también una reducción de la fatiga y síntoma de convalecencia probablemente relacionados con el efecto de ayuda al sistema inmune.

 

Bibliografía
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