aparte de la estrategia tipo-ifema
El autor trata de responder al planteamiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Isabel Díaz Ayuso, que acaba de anunciar que tiene previsto construir un hospital de 1.000 camas para epidemias, un modelo tan específico que no se compagina con la complejidad de problemas que suelen comportar los pacientes.COVID-19 es una infección; pero el reto asistencial no es combatir de forma específica al virus (aún no tenemos fármacos de probada efectividad), sino afrontar daños multisistémicos, tormentas inmunitarias, problemas de coagulación, y fracaso respiratorio que precisa largos períodos de ventilación mecánica. Un hospital para COVID-19 no sería un “hospital de campaña” para epidemias de cólera o tifus; debería ser un auténtico Hospital General capaz de movilizar todos los servicios y procedimientos de la moderna medicina.
Montar hospital monográfico para COVID-19, lo fácil es la cama y sus suministros eléctricos, de oxígeno y de vacío; lo difícil es dotarle de las personas, de los servicios y de los equipamientos del conjunto de especialidades que pueden necesitar.Los pacientes más graves de COVID-19 son mayores y arrastran comorbilidades diversas. Cuando se hospitalizan, el valorar y continuar con los tratamientos que ya tenían prescritos supone un reto para las especialidades y para la farmacia hospitalaria. Un hospital monográfico para COVID-19 no puede concebirse como una mera superficie diáfana y versátil y con mobiliario general y clínico bien preparado. Lo fácil es la cama y sus suministros eléctricos, de oxígeno y de vacío. Lo difícil es dotarle de las personas, de los servicios y de los equipamientos del conjunto de especialidades que pueden necesitar.
Este tipo de centro para afectados por la pandemia podría jugar un papel de hospital para convalecientes y cuadros leves en los que se busca más aislamiento y cuidados que tratamiento. Sin negar valor a lo que puede aportar este modelo de “Sanatorio COVID-19” a efectos de descargar los demás centros en picos de desborde por olas epidémicas, lo cierto es que no deberíamos considerarlo un Hospital General en sentido estricto; su función puede ser complementaria y de acompañamiento, pero no central y determinante en el tratamiento de casos graves.
Pero, si se diseñan camas complementarias para acompañar a los Hospitales Generales… ¿por qué no ubicarlas en el propio hospital, cuando hay unidades y camas cerradas? O, ¿por qué no actuar reconvirtiendo zonas o superficies, ubicando prefabricados en sus aledaños (donde haya espacio), o completando los recursos con hoteles medicalizados muy próximos a cada centros hospitalario?
Esta estrategia alternativa, de “expansión local de capacidad de hospitalización” permitiría crear una reserva estratégica, movilizable desde los propios hospitales, que utilizaría los servicios clínicos del conjunto del hospital para tratar a pacientes, que se beneficiaría de la proximidad de sus pacientes para gestionar servicios centrales y generales, y que permitiría reubicarlos según evolucione su nivel de gravedad y necesidad de cuidados.
Esta estrategia de Hospital General expandible, frente a la de “tipo-IFEMA”, minimiza los traslados, aporta mayor solvencia clínica, da más seguridad, permite respuestas localmente escalables y gestionables, y mejora la eficiencia social en el uso de recursos.
Es una opción menos llamativa para la publicidad institucional; pero a los Hospitales Generales también pueden venir los políticos a hacerse fotos.