Juan Pablo Núñez

Tribuna de opinión

Las subastas andaluzas y el TC (Tribunal Constitucional)

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Apuntes de un boticario

Los problemas que están provocando las subastas a los farmacéuticos andaluces y a sus pacientes son enjuiciados en una nueva clave, la del cine español de los setenta.

Allá por los primeros años setenta del pasado siglo, en la llamada dictablanda, un grupo de cineastas iniciaron lo que se dio en llamar “la tercera vía” del cine español. En esta idea filmaron películas, incluidas algunas con un leve e iniciático destape que no era el objetivo principal, queriendo con ello introducir una brisa fresca que diese oxígeno al enrarecido aire que se respiraba en el mundo cultural, especialmente en el de mi querida gente de la farándula.

Antes de seguir sería injusto por mi parte no hacer mención al mejor director español que haya parido madre, Don Luis García Berlanga, que se la coló doblada varias veces a los cejijuntos censores. ¿Recuerdan “El verdugo” o “Plácido” a modo de ejemplos ilustrativos?.

Pues bien en esta tercera vía se filmó y estrenó una película llamada “Los nuevos españoles” y aludo a ella no como denunciadora de injusticias sociales y otras sevicias sino como demostración de lo que en aquella época, y creo que aún sigue siendo así, era el modelo de trabajo y empresa norteamericanos.
Los españoles nuevos
En síntesis argumental: una compañía americana compra (“nihil novum sub sole”) una pequeña empresa de seguros española y, lo que hoy sería impensable, mantiene a toda la plantilla a la que recicla para hacerlos agresivos vendedores de seguros. Les dan cursillos intensivos e incluso les marcan el atrezzo vestuario. En toda esta estrategia mutante aparece un personaje de gran importancia en el desarrollo del mensaje. Se trata de una psicóloga que no sólo les hace un estudio inicial sobre las capacidades intelectivas de todos y cada uno de los “nuevos empleados” (de ahí el título del film) sino que permanece en la empresa durante el año iniciático para ponerse a su disposición y ser confidente de sus cuitas.
Lo duro es plantearse el día a día de un boticario andaluz desde que se implantaron las subastas
De esta forma uno de ellos le habla de un problema de pareja que la especialista le resuelve sobre la marcha. A otro le acucian los pagos de un crédito bancario. La psicóloga habla con administración que le adelanta el importe total de la deuda para descontárselo sin intereses de una forma mínima en cada nómina.

¿Mensaje, que se decía entonces?. Que el empleado, libre de problemas familiares, domésticos, pecuniarios y otros parientes y afectos, se entrega en cuerpo y alma al objetivo de su empresa.

Es un espejo en el que siempre me he mirado pues creo que para rendir hay que estar al cien por cien en cuanto a serenidad o al menos, como decía el otro, que no te metan palos en las ruedas.
El juego de las subastas
¿Ustedes se imaginan lo que lleva pasado el boticario andaluz desde que sus gobernantes decidieron implantar las subastas?. Si a un boticario asturiano, aun entendiendo, por razones obvias, esta problemática le cuesta empatizar con su compañero andaluz, ¿que no será para un ciudadano normal y corriente, salvo que sea un afectado indirecto que sólo entiende, cosa inherente al egocentrismo humano, del perjuicio que pueda recibir?

Lo duro es plantearse, y es lo que intento mostrar, el día a día de un boticario andaluz desde que se implantaron las subastas.

Entra un paciente:

-“Buenos días. Vamos a ver si hoy tiene todas “mis medicinas” para no tener que volver, como muchas veces, esta tarde o mañana”, esta expresión, poco complaciente, es habitual en el usuario, al entregar la tarjeta sanitaria.

Actitud que ya, de antemano, pone al farmacéutico un tanto nervioso. No obstante visualizada la tarjeta electrónica se tranquiliza al comprobar, cual jugador de póquer que ha completado una escalera de color, que tiene “completo el juego”.

-“Pues aquí las tiene todas”, dice el boticario orgulloso tras depositarlas en el mostrador.

-“Me parece que usted se ha equivocado. Estas dos cajas no son las que yo me llevo”

¿Hace falta seguir?. Tras este casi diario incidente producido por las subastas, ¿se puede hacer una correcta Atención Farmacéutica?. Todo lo contrario. El farmacéutico no sólo ha perdido la paz y la serenidad necesaria, como se citaba anteriormente al hilo de los “Nuevos españoles”, sino que se ha encontrado con un “cliente” que inicialmente ve a su sanador como un enemigo.

No es de recibo pues que el boticario de mostrador tenga además que soportar que los mandatarios andaluces digan que: Las “subastas” lo que pretenden es, simplemente, que a la hora de seleccionar un determinado medicamento el descuento sobre el precio máximo se le haga al pagador, no al dispensador, la oficina de farmacia, que tiene la potestad en este tipo de medicamentos, en determinadas condiciones, de elegir el genérico, entre los distintos disponibles, para ofrecerlo al paciente. Esta elección, lógicamente, puede estar orientada por el mayor beneficio derivado de los mayores descuentos
Planteamiento del TC
La “subasta” elimina la posibilidad de elección de la oficina de farmacia que es asumida por la propia Administración
La “subasta” elimina la posibilidad de elección de la oficina de farmacia que es asumida por la propia Administración. Y esto queda radicalmente claro en el texto de la sentencia del TC y perfectamente validado y avalado como una clara opción del pagador dentro de su compromiso con la sostenibilidad del sistema sanitario público

Evidentemente, aquí está el principal origen del conflicto de intereses que se ha desencadenado con las “subastas” andaluzas. Intereses económicos, primero de las farmacias y luego de los laboratorios de genéricos, que ven interferidas sus políticas comerciales. También de los laboratorios “innovadores”, que mantienen legítimamente en el mercado sus medicamentos de marca una vez vencida la patente y que mantienen importantes cuotas de mercado favorecidas por las modificaciones normativas que han tenido lugar en estos años y que han eliminado, en gran parte, la discriminación, a pesar de tener el mismo precio, con los genéricos. También la distribución comparte, en todos los casos, los mismos intereses en su alícuota correspondiente”.

Y todo ello, y ya da su opinión el que suscribe, después de ver en vivo y en directo lo que un compañero de botica me hace llegar físicamente. Se trata de varios blísteres de distintos medicamentos de tres laboratorios concretos ganadores de las subastas en los que se observan deficiencias, como falta de dos o tres cápsulas aún con la ergástula debidamente sellada, y en otros polvo de principio activo disperso en el mismo contenedor.

Este compañero, y sin embargo amigo, es titular desde hace años de una farmacia y nuestra amistad está basada, más allá del denominador común de la carrera de Farmacia, en aficiones y gustos como el cine. De ahí que el inicio de estos “Apuntes” sea sobre el séptimo arte y concretamente sobre esta película de “Los Nuevos españoles” pues de esta forma se iniciaron nuestras reflexiones.
Deficiencias palpables
La demostración palpable de las deficiencias de los fármacos que me muestra la complementa enseñándome diversos albaranes de distintos almacenes de distribución y de diversas fechas en los que se puede comprobar la insistencia de lo que en el argot boticario se llaman “faltas” de determinado fármaco.

“Nadie, me dice mi compañero y amigo, que no viva este trabajo sabe la desazón que ya es de por sí dar “faltas” pero cuando este desabastecimiento se produce casi sistemáticamente ya raya la tragedia. Y aún así nos quieren echar los perros encima con la demagogia de: “Evidentemente, aquí está el principal origen del conflicto de intereses que se ha desencadenado con las “subastas” andaluzas. Intereses económicos, primero de las farmacias etc… ¡ya sabes!.

“Si nos están recortando, sigue hablando el atribulado boticario, los precios permanentemente a una profesión que por desgracia vive de un margen comercial y a la que no se “les paga” la Atención Farmacéutica, que conlleva el seguimiento fármaco terapéutico, la vigilancia de la adherencia y muchos otros servicios asistenciales sanitarios y viendo de una forma alarmante y progresiva cómo medicamentos como el omeprazol con precio inicial de salida de más de 20 euros y que ahora lo “vendemos” a menos de 3 euros. ¿Quieren encima hacer demagogia denunciando las bonificaciones, que ya han cercenado, y que en su momento nos dieron cierto aire para seguir respirando?”

¿Se puede dar, y esto ya es mío, una buena asistencia sanitaria en estas condiciones?
Elogio de Cinfa
Por todo lo escrito menciono a Cinfa. Puesto que laboratorios como este son los que a mi entender merecen al menos por mi parte que los resalte.

Cinfa ha alcanzado el acumulado de 1.000 millones de envases comercializados de medicamentos genéricos, 19 años después de lanzar su primer genérico al mercado.

En 1994, la compañía realizó una apuesta decidida por el desarrollo de medicamentos genéricos, en un momento en el que estos eran prácticamente desconocidos en España.

Con esta cita no quiero que Enrique Ordieres me ponga una medalla, sino hacer justicia sobre la ejemplaridad de una veterana industria farmacéutica en contraposición de advenedizos.

Y, también, para que el TC sepa que sigue habiendo vida, en forma de servicio farmacéutico andaluz, tras su sentencia sobre las subastas.