Tribuna de opinión

¿Hacia un servicio de urgencias médicas sin médicos?

Óscar Rodríguez Rodríguez. Médico del SUMMA 112 y delegado sindical de AMYTS.

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SUMMA 112
SUMMA 112

La evolución decreciente del personal del SUMMA 112 no parece afectar a sus gestores que, por lo que se advierte en este comentario, parece que quieren sustituir a los médicos en su trabajo

Una de las cosas que más llamaron mi atención cuando inicié mi andadura como delegado sindical fue el aparente poco interés que algunos de nuestros directivos o gerentes prestaban ante las demandas e impresiones que les presentábamos en las reuniones. Escuchaban nuestras revindicaciones con cara de póker, pero en muchas ocasiones de su boca salía la siguiente frase: “Todo esto está muy bien, pero yo quiero datos”.

Aunque hice Medicina -o más bien por ello- soy más hombre de letras que de números. No obstante, hoy voy a dar gusto a nuestros prebostes y expondré algunas cifras. Muy sencillas:

A finales de 2016 en el SUMMA112 había 613 médicos en activo, pero ese número ha ido bajando de manera progresiva, de tal forma que en 2017 hubo sólo una baja; en el 2018, dieciocho menos; en el 2019 veintiocho y, por no aburrir demasiado, la sangría termina en diciembre del 2021 con un total de 478 médicos… Vamos, que en cinco cursos hemos perdido nada más y nada menos que 135 médicos.

Más de la mitad de los facultativos del servicio superan la cincuentena y un número creciente de los mismos se jubilarán en los próximos años.

Deterioro generalizado

La cruda situación tiene raíces muy anteriores a la coyuntura pandémica actual, que no ha hecho más que acelerar la velocidad del deterioro generalizado de la sanidad. Los datos son tozudos y muestran de manera evidente la tendencia: una plantilla envejecida con un futuro muy oscuro que va a comprometer, de manera irremediable, la atención urgente extrahospitalaria en la Comunidad de Madrid.

A tenor de la tendencia actual podemos conseguir la cuadratura del círculo: ser un servicio médico sin médicos.

Gerentes y políticos han sacado pecho con el SUMMA112; en las encuestas de satisfacción de la población general siempre aparecíamos en los primeros lugares, y se presumía de la eficiencia de un servicio que, en comparación con el otro servicio -municipal- de la capital, atendía muchos más avisos con, proporcionalmente, un menor presupuesto. De ser invisibles, pasamos a aparecer en carteles y fotos de promoción de la sanidad madrileña. Y el azul índigo, el blanco y el amarillo fosforescente de nuestra ropa se hicieron populares.

Pero lo cierto es que en esas chaquetas de intervención cada vez aparece menos la palabra médico. Y a tenor de la tendencia actual podemos conseguir la cuadratura del círculo: ser un servicio médico sin médicos.

Causas del problema

Una vez hecho el diagnóstico, podríamos buscar las causas de la patología que nos afecta. Procesos diversos y complejos de analizar que muchas veces no se circunscriben al servicio, sino a la comunidad autónoma y al Estado. Es notorio que hemos dejado de ser atractivos para nuestros colegas. En la Comunidad de Madrid se trabaja mucho y mal. Tenemos gran cantidad recursos y existe una gran demanda asistencial, porque somos mucha población y cada vez más demandante.

Si a las guardias, en las que no se para, sumamos un sueldo igual o menor que en otras comunidades (qué decir de otros países donde el salario se dobla o se triplica) y unas condiciones laborales precarias -en las que se deniegan por defecto los permisos, se nos ordena cuándo tenemos que tomar nuestras vacaciones y cada vez se utiliza más la coletilla "por necesidades del servicio"-, podemos empezar a sospechar parte del origen del mal.

Sabemos que la enfermedad no se circunscribe al SUMMA112: en Atención Primaria la situación es penosa y la Atención Hospitalaria no tiene un panorama mejor, con compañeros que van a pasar de la interinidad a la jubilación. Sabemos que no somos los únicos y que, también, el resto de nuestra nación presenta la misma patología, camuflada por la pléyade de taifas autonómicas con su ejército de puestos de gerencia, porque cada vez hay más jefes y menos indios.

Solución nada fácil

Mal de muchos, pandemia. Y la COVID solo ha actuado como el niño que gritó “¡El rey va desnudo!” demostrando que la Sanidad de la que se presumía como la mejor del mundo es tan pésima que, por no poder, no puede ni retener los facultativos que con tanto esfuerzo ha formado.  

La escasez de facultativos no debe afrontarse desde la renuncia, supliendo la deficiencia con enfermeros.

En esta fase de la “historia clínica” del proceso nos toca aportar los tratamientos para sanar al paciente, que serán costosos porque la prevención, más barata, ha fallado. Parece que nadie divisó el problema y, si lo hizo, dio una patada a seguir como en el rugby. Los remedios serán caros, habrá que recurrir a la cirugía y será obligado pasar una dura convalecencia. Y es que los problemas complejos no tienen soluciones fáciles, desconfíen de quienes las aporten.

Sólo soy un médico de trinchera, pero me enseñaron que, cuando hay una hemorragia, lo primero es cohibirla y, después, ya vendrán las transfusiones.

Comencemos cambiando las cosas para los trabajadores del servicio en general y para los médicos en particular: si humanizamos el trato (de verdad), se quedarán y atraerán a otros. No intentemos dar soluciones fáciles a un problema complicado, no expongamos a otras categorías obligándolas a realizar tareas que superan su cualificación profesional. No enfrentemos a las distintas categorías de un servicio, que se caracteriza por la colaboración y el trabajo en equipo de sus grandes profesionales. La escasez de facultativos no debe afrontarse desde la renuncia, supliendo la deficiencia con enfermeros.

Sirva este torpe escrito como llamada de auxilio.

Colaboremos todos. Tenemos una gran ventaja, la profesión más hermosa del mundo y la suerte de ayudar a diario: muy pocos conocen la euforia de servir y de salvar vidas. Recuperemos el orgullo de trabajar en el SUMMA112. Cambiemos la dinámica.

Los delegados de AMYTS tendemos una vez más la mano para colaborar, no queremos seguir con esta agonía y esta muerte dulce. Y los ciudadanos de la Comunidad de Madrid no pueden permitirse el lujo de que su servicio de urgencias y emergencias extrahospitalarias se quede sin médicos.