debería consensuarse los grandes rasgos de su contenido formativo
Ante el anuncio de cambios en la formación MIR, con la inclusión de la enseñanza de la Bioética en dicho proyecto, el autor aboga por consensuar los grandes rasgos de dicha formación dadas las implicaciones personales y culturales de cada uno de los formandos.Vaya por delante que me dedico a explicar Bioética, en la facultad de Medicina de la Universidad de Murcia, desde hace más de 30 años, y que mi puesto de trabajo asistencial incluye la denominación “Ética Médica” (Unidad de Medicina Legal y Ética Médica del Hospital General Universitario Reina Sofía, de Murcia). Hasta tal punto estoy convencido de la necesidad y utilidad de esta “disciplina” que abandoné parcialmente la clínica (soy internista) para volcarme en el ejercicio práctico (Comité de Ética Asistencial), asesor-consultor y docente (pre y postgrado) de Ética Biomédica.
Cuando se imparte ética, por fuerza hay que hablar de valores morales, y éstos forman parte del núcleo conceptual duro y personalísimo de cada uno de nosotrosLo anterior viene al hilo del nuevo proyecto ministerial respecto a los cambios en la formación de los MIR. He leído que se piensa en un itinerario, común a todos, para después ahondar en lo exclusivo de cada especialidad. En ese inicial periodo, se incluye la enseñanza de la Bioética: ¡Muy bien! … Pero tengamos cuidado: sucede cuando se imparte ética que, por fuerza, hay que hablar de valores morales, y éstos forman parte del núcleo conceptual duro y personalísimo de cada uno de nosotros.
¿Cuál es el riesgo?: que cada cual tenga la humana tentación de transmitir a los residentes su propia escala de valores éticos, desde el legítimo convencimiento de que son los mejores, los más válidos y los más defendibles.
En beneficio de los pacientes
Antes de institucionalizar y generalizar la imprescindible formación en Bioética de los futuros especialistas, habrá que consensuar, al menos a grandes rasgos, sobre la naturaleza del contenido de esa formación, para que resulte apropiada, honesta y útil, pensando, antes que nada, en el beneficio de los pacientes.Defiendo una ética civil, porque cada una de las personas a las que atenderán estos profesionales será portadora de un íntimo código de valores, que no coincidirá exactamente con el de ninguna otra, ya que es generado por su origen, cultura, tradición, educación, formación, capacidad intelectual, inteligencia emocional, trayectoria, vivencias, reflexión, entorno político, ideológico y religioso, etc.
Documentos de referencia
Dado que no existen cátedras de Bioética: ¿cuál es el itinerario académico idóneo para impartir con autoridad esta asignatura?Contamos con la Bioética principialista y la Ética de la virtud, con el Convenio de Oviedo y otras muchas declaraciones de ámbito internacional (Asociación Médica Mundial), con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con los códigos deontológicos de los colegios profesionales y, entre otras, con la Ley General de Sanidad y la Ley de Autonomía del Paciente, sin olvidar la mágica actualidad del Juramento Hipocrático, además de con una muy amplia bibliografía especializada. Todos ellos constituyen importantes documentos referenciales.
Exclusivamente desde una óptica moral amplia, abierta, plural, respetuosa, democrática y aconfesional, estaremos autorizados para intentar impregnar, a todos los residentes, de los fundamentales valores éticos que caracterizan a las profesiones sanitarias y diferencian al médico del mero experto en biología humana.
Este mismo debate ya se ha presentado en la enseñanza universitaria de pregrado, estando aún sin resolver.
Dado que no existen cátedras de Bioética: ¿cuál es el itinerario académico idóneo para impartir con autoridad esta asignatura?
… En ello estamos.