la vivencia personal de una médico en tiempos del coronavirus
En el último número de la Revista Madrileña de Medicina, órgano del sindicato AMYTS, una de sus representantes narra en primera persona lo vivido en estos días en su hospital, el de Torrejón, y subraya las diferencias manifiestas entre lo allí ocurrido, un hospital de gestión indirecta, y lo conocido del resto del Servicio Madrileño de Salud (Sermas).Reproduzco en formato de texto un hilo de Twitter que escribí el pasado día 28 de abril, recién operada en mi hospital. Es un pequeño resumen de mi experiencia personal en estos dos meses de pandemia que me han tenido apartada de la asistencia, pero que me han permitido colaborar de nuevo en el Comité Ejecutivo de AMYTS, sustituyendo temporalmente a la presidenta del sector de privadas de nuestro sindicato.
El 11 de marzo mis compañeros de rayos me diagnosticaron una hernia cervical severa, y muy sintomática, que comenzó en el saliente de una guardia y requería cirugía muy preferente, que tuvimos que posponer por la pandemia. Por aquellos primeros días de marzo ya teníamos el terrible honor de ser el primer hospital español que había debutado con un brote comunitario de COVID, y llevábamos ya un par de semanas haciendo frente a los posibles contagios profesionales. Nos pilló con la guardia baja, porque en enero habíamos sufrido un ciberataque del que aún no habíamos terminado de recuperarnos. Y hacer frente a otra crisis fue durísimo.
Desde que causé baja, me perdí las guardias de rayos y la actividad asistencial. Pero seguí de cerca a mis compañeros y estuve participando virtualmente en mi comité de empresa como delegada de AMYTS.
El golpe del coronavirus
La ventaja de la gestión indirecta fue la agilidad de Ribera Salud para traer EPIs, material y profesionales de todo el grupo empresarialEl coronavirus nos golpeó duro en el Hospital de Torrejón, como en todo Madrid, pero con casi 10 días de adelanto. Al principio sufrimos los cambios casi diarios de protocolos de Salud Pública. Sufrimos la incertidumbre de luchar contra lo desconocido. Pero tengo que decir que la ventaja de la gestión indirecta fue la agilidad de Ribera Salud para traer EPIs, material y profesionales de todo el grupo empresarial. Han venido de Alicante, de Vigo… y nunca alcanzamos el grado de colapso de otros hospitales.
Nuestro pulmón fue, sin duda, la Unidad de Hospitalización a Domicilio, donde llegamos a ingresar a 100 pacientes. Nuestros servicios de Prevención de Riesgos Laborales y de Medicina Preventiva hicieron un gran trabajo a pesar de los protocolos cambiantes del Ministerio y la Consejería de Sanidad, y no llegamos a alcanzar el 9% acumulado de profesionales infectados. Tampoco nos faltaron nunca las PCR para manejar las altas del personal afectado.
Y ahora, gracias a la gestión rápida, y creo que bien dirigida por nuestro equipo directivo, hemos podido empezar la desescalada unos días antes que otros hospitales. Y sí, nos están haciendo test. Pagados por Ribera Salud, no por la Consejería de Sanidad.
Garantías máximas
Me llamaron para operarme el lunes 27 de abril. Yo no era la primera paciente del área quirúrgica limpia, por supuesto. Varios pacientes oncológicos y no oncológicos muy preferentes me precedieron, como no podría ser de otra forma. En nuestro preoperatorio de cirugías mayores se incluye: PCR, reactantes de fase aguda, ferritina, D-dímero y TC de tórax, para asegurar con las máximas garantías que los pacientes no tienen coronavirus. En el área limpia de quirófano y URPA/UCI limpia sólo hay personal sin COVID. Como se ve, máximas precauciones y EPIs adecuados en todo momento.He estado a cargo del servicio de Anestesia, y me han tratado genial. En especial Miguel Miró, el jefe, super pendiente de mí en todo momento. Neurocirugía, fantásticos también, Fede y Kiko, una técnica perfecta, por lo que me contaron. Y todo super controlado por nuestros neurofisiólogos, Miguel Ángel y Blanca. El alta a planta lo tramitó Mari Cruz, nuestra jefa de UVI, toda una campeona en estos tiempos de pandemia.
Lloré cuando comprendí a vista de pájaro la terrible gestión de la pandemia que se estaba haciendo desde todas las administraciones públicas, en especial la de Madrid.Durante mi estancia en URPA y planta, el personal de enfermería que me ha atendido ha sido tan joven que podrían ser hijas mías. Recién contratadas, han hecho un EIR comprimido en urgencias, quirófano, UVI o planta. Se han curtido en dos meses como las más veteranas. Yo no conocía a ninguna, ellas a mí tampoco, no he tenido ningún trato especial por ser de la casa. Pero el trato ha sido VIP, de quitarse el sombrero, con el palizón que llevan encima, con lo duro que han vivido siendo tan jóvenes.
He visto sus sonrisas por encima de las mascarillas a través de sus ojos. Siempre una palabra amable, siempre un trato cariñoso. Con el palizón que llevan, repito. Locas de contentas porque en la URPA limpia sólo éramos 3, y sólo yo me quedé a pasar la noche.
A mi lado había un paciente no COVID que llevaba ingresado tres meses, y casi dos de ellos escondido en este rinconcito limpio. Todos le conocen. Se lo llevan porque está mejorcito. Y en el cambio de turno todo el personal viene a preguntar por él, lo conocen por su nombre de pila, y todos se alegran de su suerte.
Mejor gestión
Así es nuestra profesión, la de los sanitarios. Yo represento a AMYTS, y sé que mis compañeros médicos de Torrejón lo han pasado muy mal, como en toda España. Quizás aquí un poquito mejor que en la gestión directa de Madrid. Pero esto lo sé yo, que aproveché mi baja y confinamiento forzoso para seguir ayudando desde AMYTS. Y lloré el primer día que me conecté por videoconferencia al Comité Ejecutivo. Lloré cuando comprendí a vista de pájaro la terrible gestión de la pandemia que se estaba haciendo desde todas las administraciones públicas, en especial la de Madrid.Creo que he aprovechado bien el tiempo de espera hasta la cirugía, y he aportado mi granito de arena. Destaco el papel de la gestión indirecta, concertada y sanidad privada. Hemos sido todos hermanos de armas. Destaco también mi evolución personal desde la confianza en las instituciones públicas a su descrédito: por su falta de rigor, por su pésima gestión, anunciando con semanas de antelación EPIs, test y el dichoso IFEMA, que se ha convertido en un circo mediático y escaparate político.
Últimamente me he dedicado a desmontar el relato político, porque después de ser el país con más sanitarios infectados y con más de 60 fallecidos, yo ya no puedo aplaudir ni un día más. Sólo tengo lágrimas de dolor y admiración por el esfuerzo de mis compañeros, por su profesionalidad a pesar de su juventud, como es el caso del personal de enfermería y de muchos médicos de Torrejón.
Termino este relato con las palabras de una excelente enfermera, que podría ser mi hija, y que me ha tratado con todo el cariño: “Si viene otra pandemia, yo me borro. Pero si en otoño vuelve el COVID, me quedo, que a este bicho ya lo conozco”. No se puede ser más profesional.
La verdad es que no podría trabajar en otro hospital. Mil gracias a todos mis compañeros de Torrejón, las personas sois lo mejor que tenemos aquí.