'Confundimos frecuente con normal. Lo normal, con frecuencia es infrecuente'
Dr. Gabor Mate.
Grandes preguntas, viejas respuestas
Un nuevo 4 de febrero y nos detenemos nuevamente para reflexionar sobre lo que llamó Siddhartha Mukherjee 'El Emperador de todos los males': El cáncer.
Las estadísticas sobre la enfermedad parecen mantener su tendencia vitalicia, aumentan el número de personas diagnosticadas de cáncer en comparación con los años previos. El año 2020, según The International Agency of Research of Cancer, superaron los 19 millones de personas diagnosticadas de cáncer, con casi 10 millones de personas que fallecieron a consecuencia de este, ubicándose en algunos casos como primera causa de mortalidad general.
Las respuestas nuevas vienen de la mano de la tecnología y de la ciencia. El diagnóstico precoz y el cribado poblacional siguen siendo clave en la disminución de muertes por cánceres, como el cáncer de mama y el cáncer de próstata. La tecnología, de la mano de equipos cada vez más sofisticados y con mayor sensibilidad y especificidad diagnóstica, permiten adelantarnos cada vez más en la detección de la enfermedad e interrumpir antes, la historia natural de la misma, lo cual impacta en la disminución de la mortalidad; el ejemplo icónico, sigue siendo la mamografía y el cáncer de mama.
El estudio de nuevas moléculas y la comprensión de los mecanismos de neo-angiogénesis y de metástasis, están permitiendo desarrollar medicamentos, que permiten actuar en casos de cánceres más avanzados, logrando aumentar la cantidad de vida y mejorar la calidad de vida. La Inteligencia Artificial ya existe en el procesamiento de imágenes y en la interpretación de estas, por ejemplo, en el cáncer de mama, tiroides, pulmón, y pronto abarcará casi toda la Radiología. La radiómica y radiogenómica son terrenos prometedores, donde, a través de la imagen funcional, podremos predecir las respuestas a determinados fármacos.
Sin embargo, las preguntas viejas continúan sin salir del armario, ¿cuáles son las causas de la mayoría de cánceres? ¿Por qué se investiga tan poco (o nada) en las causas del cáncer? ¿El entorno, la biografía de la persona, el ámbito emocional, relacional y cultural impactan en la biología individual? ¿Debemos incluir las emociones, espiritualidad, la dimensión no material, en el modelo biomédico actual? ¿Qué nos impide abordar estas preguntas, quién nos lo impide?
Nos salvamos juntos o nos hundimos por separado
La globalización nos ha regalado la cara y la cruz de nuestra civilización, por un lado, nunca había habido tanta desigualdad, inequidad e injusticia como ahora y, por otro lado, empezamos a comprender nuestra interdependencia. Ahora mismo, si se salva solo mi tribu, ni mi tribu se salva. Comenzamos a vislumbrar que el egoísmo individual ha de ampliarse a un egoísmo colectivo, un egoísmo social, el egoísmo inteligente que mencionaba Oscar Wilde, el del 'procurar que tú estés muy bien, pues así, yo estaré mejor'. Empezamos a ampliar nuestro círculo de interés.
En este sentido, más de la mitad de los habitantes del planeta padecen de una crisis doble, por un lado, enfrentar la feroz realizad del cáncer y, por otro, pertenecer a áreas geopolíticas donde se carecen de los recursos económicos, tecnológicos y profesionales para poder tener la oportunidad de recibir un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno. Por ello, algunas empresas están dando un paso al frente, entendiendo que, o formas parte de la solución, o formas parte del problema. Ejemplos de este cambio son los de Fujifilm Europa, quien se ha unido con Union for International Cancer Control con la intención de disminuir esta brecha asistencial entre diferentes países, con la propuesta de proveer de recursos tecnológicos a las áreas geográficas más desfavorecidas.
Es momento de empezar juntos a tirar del otro lado de la cuerda, el lado más humano, más altruista, más colectivo, al final, el lado más inteligente. El de la inteligencia inteligente, que no es aquella que te da conocimientos, sino que te provee de felicidad y de sentido.
El futuro no es lo que va a ocurrir, sino lo que vamos a hacer
El optimismo a corto plazo consiste en disfrutar el privilegio de disponer de tecnología punta y ciencia de vanguardia que nos permita atender la enfermedad con pronósticos cada vez más favorables. Seguiremos comprendiendo, cada vez con más detalle, el proceso molecular del cáncer apoyándonos en herramientas como la Inteligencia Artificial, el Big Data o el Maching Learning, lo que nos permitirá, con gran rapidez, descubrir tratamientos que disminuyan globalmente estás casi 10 millones de muertes anuales por cáncer en el mundo.
A largo plazo, la mirada es más borrosa cuando ponemos el foco en comprender, además del proceso molecular de crecimiento del cáncer o los mecanismos de multiplicación y de metástasis que provocan y promueven la aparición del cáncer en una persona, si existen dos cánceres iguales, qué es lo que no nos estamos preguntado y por qué, si existirá un posible futuro sin cáncer, si será esta la oportunidad de abrirnos a integrar en nuestra Medicina académica paradigmas más holísticos de la práctica médica, si, además de inteligencia, necesitaremos de otras habilidades y valores, como la humildad, coraje, desaprender, amabilidad o compasión, si nacerá la Medicina del estilo de vida promoviendo la responsabilidad del individuo sobre el propio individuo, entre otras muchas cuestiones.
Creo que estamos en una maravillosa encrucijada individual y colectiva, tenemos el privilegio de formar parte de las ocho billones de almas, que en un par de décadas a través de sus decisiones espero conscientes, decantarán la balanza humana para los próximos milenios. El cáncer, en este sentido, también es metáfora de nuestro comportamiento en el planeta, con lo que el aprendizaje podría ser doble.