La mala situación de la Atención Primaria se ha puesto de manifiesto en las plazas MIR de Medicina de Familia que han quedado sin cubrir
El pasado jueves 19 fue el Día Mundial de la Medicina de Familia. España lo celebró por todo lo alto el día siguiente, 20 mayo, cuando la elección MIR terminó dejando sin cubrir 217 plazas de las que 200 fueron de Medicina de Familia. Esto no ocurre únicamente, como algunos piensan, por la mala previsión ministerial en el número de presentados a la prueba, ni por un punto de corte demasiado exigente para "superar" la misma, ni por la forma telemática (no presencial) de elección de plaza. ¡Ojalá sólo fuera por eso!
Hace pocos días decía en este blog (aquí) que los problemas de la atención primaria española ya no se solucionan sólo con dinero. La prueba es que Cataluña lo ha intentado al incentivar con un incremento de 9.000 € más en el salario anual de aquel candidato que eligiera hacer el MIR de MFyC en dicha Comunidad (aquí). Pese a ello, 71 de las 200 plazas de MFYC no cubiertas han sido de Cataluña.
Es decir, en España han quedado sin cubrir 200 de las 2.336 plazas de MFYC ofertadas (el 8,5%), pero en Cataluña, pese al incentivo, han sido 71 de las 370 ofertadas (el 19,1%). El incentivo no ha servido si comparamos con la media nacional, salvo que pensemos que, sin él, el resultado en Cataluña hubiera sido peor, como por ejemplo en Castilla y León que se han quedado sin cubrir 45 de las 161 ofertadas (el 28%).
Quizá no sea tan grave que se queden sin cubrir 200 plazas, pues llevamos muchos años formando médicos de familia que no quieren o no pueden trabajar en los centros de salud
Mal arreglo de la Atención Primaria
Efectivamente, la situación de la atención primaria española tiene mal arreglo si se piensa, a estas alturas, que sólo con dinero las cosas van a cambiar (a mejor, se entiende). Hace 10 o 15 años se hubiera podido arreglar sólo con dinero. ¿Qué se hizo en cambio? Recortar presupuesto y recortarlo más en los centros de salud que en el ámbito hospitalario, especialmente en personal.
Sin embargo, la falta de inversión en personal de atención primaria no impidió que se contratara más personal en especializada y, especialmente, en las urgencias hospitalarias (aquí). No se necesita ser un lince para sospechar que nada bueno se podía derivar de esto.
Aunque pensándolo más despacio, quizá no sea tan grave que se queden sin cubrir 200 plazas, pues llevamos muchos años formando médicos de familia que no quieren o no pueden trabajar en los centros de salud y el sistema lo promueve contratándolos en las urgencias de los hospitales pero no en los centros de salud. La precariedad que se les ofrece en primaria a los recién especializados en MFyC les empuja a emigrar, a presentarse de nuevo al MIR o, efectivamente, a ejercer en las urgencias hospitalarias.
El dinero es imprescindible, pero ya no es suficiente. El modelo de médicos funcionarios y sin autonomía en atención primaria ha quebrado. Quebró hace años, pero ahora quien no lo quiera ver es que no se entera de la misa la media. Y quebró cuando se terminó el "petróleo barato". Hasta entonces, el modelo más o menos tiraba, pero ya es un modelo inmejorable "desde arriba", muy inmejorable.
Por supuesto que se necesita más dinero. La inversión ha de ser multimillonaria (en tecnología, en ladrillo y en personal). Pero es imprescindible también el rediseño del modelo, la introducción de nuevos perfiles profesionales, cambios de actitud y mucho más respeto a los atributos nucleares de la atención primaria de salud (especialmente la longitudinalidad) (aquí). Pero, sobre todo, hay que otorgar mayor autonomía de sus profesionales con rendición de cuentas. Háganse los cambios legales que sean precisos. El modelo sólo es mejorable "desde abajo", desde la iniciativa de sus profesionales. Ahora mismo para que mejore el modelo hay que poner mucho dinero y otorgar autonomía a sus profesionales.
Cuando los responsables sanitarios se den cuenta, dentro de unos años, de que con más autonomía la cosa cambiaría a mejor, entonces será demasiado tarde. Igual que ahora ocurre con el dinero. Por mucho dinero que se invierta y por mucha autonomía que se otorgue dentro de unos años, el modelo no mejorará. ¿Por qué? Porque entonces ya ninguno de sus profesionales, ni uno sólo, querrá autonomía alguna. El ¡vivan las cadenas! habrá triunfado definitivamente.
¡Vivan las cadenas!