Una aberración y un peligro, pediatras hospitalarios en centros de salud de primaria
El 94% de la formación de un pediatra es en el hospital. El programa formativo de pediatría y su áreas específicas incluye una rotación obligatoria de tres meses en centro de salud. Es decir, los MIR de pediatría se forman en atención primaria sólo tres meses de los cuatro años que dura la residencia.
Con esa formación hospitalaria focalizada en episodios de atención y en la fragmentación de los servicios, el pediatra se incorpora al centro de salud y ve a los niños con mentalidad de hospital, con las probabilidades de tener enfermedad típica de los hospitales, sin saber nada de nada de la atención a la familia y sin conocimientos sobre el control de la incertidumbre y del tiempo típico de la atención primaria.
Además, rechaza las visitas a domicilio, tan fundamentales y necesarias en primaria.
La presencia del pediatra en el centro de salud es una cuestión anacrónica, una barbaridad que consintió y promocionó la reforma de 1984.
Por consecuencia, los pediatras se dedican a cosas absurdas y dañinas, como “el programa del niño sano” que puede generar 18 visitas por estar sano hasta los dos años, más casi otras tantas en el resto de la niñez y adolescencia. Es un trabajo médico que expropia la salud y deja a madres y abuelas sin criterio propio, sin las capacidades que se habían adquirido a través de milenios de cuidado de la prole.
Ahora, para todo se precisa el consejo del pediatra. Es un proceso medicalizador, un programa “del niño sano” que consigue amedrentar a las madres y abuelas hasta conseguir la duda permanente, y la dependencia absoluta de la opinión médica.
La Pediatría Comercial aprovecha esa indefensión
- para promover la lactancia artificial (con el consiguiente impacto negativo en la salud, además del coste),
- para aconsejar sobre lo divino y humano (y causar miles de muertos por aquello de “dormir boca abajo” a los bebés),
- para introducir cualquier vacuna (incluso contra el bien de la comunidad, como la de la varicela en dos dosis a todo infante),
- para etiquetar y tratar a todo infante que sea un poco especial y lindo (así la “epidemia de autismo”, de TDAH, depresión, etc. y el empleo de psicofármacos casi al tuntún)
- etc.
Los pediatras deben estar fuera de la atención primaria, fuera de los centros de salud, y deben ir a los hospitales. Los pediatras deberían trabajar como consultores, como los demás especialistas focales.
Los “nuevos perfiles profesionales” en atención primaria. El caso de la psicología clínica
Meritxell Sánchez-Amat, catalana y médica, publicó un editorial en la revista Atención Primaria donde dice:
“Bajo el epígrafe de nuevos perfiles profesionales se engloba una amplia variedad de figuras con requisitos y funciones distintas: personal administrativo (gestores de salud, asistentes clínicos, administrativos asistenciales), de enfermería (gestoría de casos, enfermería de práctica avanzada en atención primaria), dietistas-nutricionistas, fisioterapeutas, farmacéuticos, agentes comunitarios de salud y profesionales de salud mental [psicólogos], entre otros”.
Se trata de micro-especialistas sin formación en atención primaria que vienen “a ayudar” en atención primaria. Tiene nombres tan sugerentes como en Cataluña “el referente de bienestar emocional y comunitario” (psicólogo, RBEC) que sin duda ayudará a medicalizar la vida diaria de las personas en los 343 centros de salud en los que existe tal RBEC.
El psicólogo en primaria es como el pediatra en primaria: viene sin formación específica en primaria y logra la medicalización de la vida.
En salud mental se sabe mucho de ello. La medicalización de la salud mental comienza cuando el profesional transforma un problema personal, familiar, laboral y/o social en un problema de salud mental, proceso bien descrito por Alberto Ortiz.
https://www.youtube.com/watch?v=qZjf7wtYkfc
Como escribió Rafa Bravo, “usted no necesita un médico, ni medicamentos, ni psiquiatra, ni psicólogo. Quizá usted lo que precisa es un sindicato, un abogado, un confesor, un amigo, alguien que le quiera, un acompañante, un beso, un abrazo, alguien que le defienda, valor, etc.”
https://rafabravo.blog/2018/09/20/problemas-de-salud/
Lo que necesitamos no es la presencia en el centro de salud del “referente de bienestar emocional y comunitario” (RBEC) sino un modelo colaborativo entre atención primaria y salud mental, como defiende el FoCAP (Foro Catalán de Atención Primaria):
“[Un modelo] que potencie que la atención primaria dé cobertura a los padecimientos emocionales con las herramientas propias y básicas como la longitudinalidad, la escucha y la confianza en el vínculo, impulsando la participación de profesionales propios de la primaria en este abordaje global.”
Las enfermeras que se van del hospital a primaria, “a descansar”
Ha sido típico, y todavía lo es, el desplazamiento en masa de enfermeras de hospitales a centros de salud aprovechando las convocatorias de traslados en las que se prima la antigüedad.
Así, una enfermera que lleva treinta años en el quirófano de un hospital, y que está harta de su práctica, puede decidir que va a irse “a descansar” antes de la jubilación, a trabajar en un centro de salud, y allá va, de un día para otro, se planta con su propia “consulta de enfermera” en atención primaria. Por supuesto, sin especialidad ni formación específica, simplemente con el título de enfermera y si acaso un cursillo de un par de días.
La enfermera descansa transformada en general en una “enfermesa”, cumpliendo protocolos sin ciencia ni ética, pero los pacientes no reciben la atención que podría prestar una enfermera con especialidad en primaria.
Además, lamentablemente, la enfermera especializada en atención primaria (que ha dedicado dos años de su vida a ser residente de familia y comunitaria) no tiene “puntos” de antigüedad para competir en años de trabajo con las enfermeras hospitalarias, así que se tiene que ir del centro de salud.
Habrá que cambiar los concursos de traslado para que la especialización de la enfermera en primaria facilite el acceso al trabajo en primaria.
Síntesis
Sobran los “nuevos perfiles profesionales” en los centros de salud. Lo que necesitan los pacientes son especialistas “en la totalidad”, profesionales de atención primaria especializados en atención primaria; es decir, muy generalistas y un poco renacentistas.
https://www.youtube.com/watch?v=nC2FSkERbZE
El problema es que vamos a macrocentros con microespecialistas en los que los pacientes son fragmentados, y en los que no hay dato alguno que permita afirmar que "producen" mejor salud, ni mejor atención.