Cara Juan Gervas

El mirador

Cuidados y salud: cultura, género, profesión, sociedad y valores

Doctor en Medicina. Médico General jubilado. Equipo CESCA (Madrid, España). [email protected]; [email protected]; www.equipocesca.org; https://t.me/gervassalud

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Juan Gérvas_1_marzo 17
Juan Gérvas_1_marzo 17

seminario de innovación en atención primaria

Este texto es el informe y síntesis del Seminario de Innovación en Atención Primaria celebrado en su fase presencial en Lleida, 10 y 11 de noviembre de 2017[1]. Se basa en los resúmenes, presentaciones y comentarios de 21 ponentes (15 de mujeres) y en las 450 intervenciones de asistentes (329 en un mes y medio de debate virtual previo y 121 en los dos días de debate presencial; 277 de mujeres).

Cultura

Los cuidados contribuyen a la consecución práctica de los derechos humanos

En este Seminario, “cuidado” ha tenido el sentido etimológico y antiguo de aplicar inteligencia, cultura, conocimiento y cariño en el bienestar básico y en la protección frente al daño mediante actividades que habitualmente son realizadas por las propias personas, lo que llamamos auto-cuidado. En general, cuidar es una actitud existencial pero también se aprende.

Lo que caracteriza a los cuidados es la reflexión que guía a la acción para hacer posible y facilitar el disfrute de la vida diaria y para evitar sufrimientos innecesarios en una mezcla de auto-cuidado, cuidado de quienes nos rodean y cuidado de lo que nos rodea. A lo largo de la vida nos cuidamos, cuidamos y nos cuidan en un círculo virtuoso que produce paz y bienestar social[2]. En cierta forma, somos receptores y donantes de cuidados, aprendemos a cuidar cuidándonos y siendo cuidados y ello nos hace humanos. Por eso, los cuidados contribuyen a la consecución práctica de los derechos humanos.

Cuidados y género

Hay situaciones en la vida que exigen mayor intensidad de cuidados y precisan la participación de otras personas generalmente ligadas por vínculos primarios de carácter familiar y/o comunitario y en estas labores es típica la inequidad de género, con sobrecarga física y emocional de las mujeres para la prestación de cuidados primarios[3]. Dicha inequidad repercute en la salud y es, además, generalmente invisible en su relación y en su componente estructural visibilizándose como mucho en sus tareas y en la carga de trabajo, no en las condiciones y variabilidad del mismo.

Los cuidados primarios son apoyados o suplidos a veces por atención profesional con/sin remuneración dependiente de servicios sociales públicos, privados o mixtos. En muchos casos estos cuidados profesionales sociales precisan ser coordinados con los servicios de salud, de vivienda, de empleo, de justicia y otros.

Cuidados profesionales

La necesidad de cuidados profesionales depende en mucho de la organización social y de las opciones políticas

Siempre es exigible el conocimiento profundo de la situación en que se precisan los cuidados profesionales, el ofrecer continuidad en lo posible y el respetar culturas y formas de vida personales y familiares, en especial respecto a deseos en torno a espiritualidad, sexualidad, final de vida y otros “sensibles”. Se trata de dar respuestas flexibles a problemas complejos. Por ejemplo, muchos de los cuidados han de prestarse en los domicilios, por lo que se precisa formación y organización que facilite esa prestación in situ. En otro ejemplo, la formación en cuidados debería incluir la cultura y la ética de la narrativa, basadas en el escuchar respetuoso y empático que palia la desigualdad que suele reflejar la necesidad de cuidados (en los cuidados se intensifica la asimetría entre personas ya que una suele necesitar más que la otra, aunque todo sea circular “nos cuidamos, cuidamos y nos cuidan”).

Los cuidados y la sociedad

La necesidad de cuidados profesionales depende en mucho de la organización social y de las opciones políticas. De hecho, en los cuidados se demuestra intensamente que lo personal es político y lo social más, de forma que lo individual y lo colectivo se complementan. Así, la respuesta a la necesidad individual puede deslegitimar el sufrimiento que tiene origen estructural transformando problemas sociales en problemas biológicos médicos y respondiendo con medicamentos a, por ejemplo, los desahucios, con lo que se invisibilizan las responsabilidades políticas.

En el mismo sentido, conviene apoyar/sustituir los cuidados primarios por profesionales de forma cercana y comunitaria lo que conlleva dar fuerza (presupuestos y legislación) al nivel político municipal, o de suficiente proximidad, que conoce la cultura y la organización local y que puede utilizar formas de cuidados y de denuncias que no restrinjan ni la autonomía, ni la resiliencia, ni la capacidad de auto-ayuda y al tiempo eviten el posible poder medicalizador, incapacitante y des-empoderador que conlleva la prestación profesional de cuidados. La “externalización” de los cuidados traspasa estos al mercado y, sin una regulación apropiada de las empresas interesadas, puede llevar a prestaciones inadecuadas.

La “externalización” de los cuidados traspasa estos al mercado y puede llevar a prestaciones inadecuadas

La legislación es, pues, clave en los cuidados. Por ejemplo, respecto a cuidados durante la infancia, en Suecia hay 480 días de baja tras parto/adopción y 120 días al año para cuidar a las criaturas si enferman, hasta los 12 años[4]. En otro ejemplo, la transitoriedad laboral sistemática dificulta la prestación de cuidados profesionales de calidad ya que entorpece/impide el establecimiento de los necesarios lazos de confianza.

Cuidados y vidas

El cuidado formal-profesional suele implicar compromiso, formación, presencia y remuneración, pero conviene destacar que también los cuidados primarios (habitualmente llamados "informales") se prestan en general en condiciones de estricta formalidad, por la rigidez, dedicación y disponibilidad que suponen. Así, el “cuidado” es siempre un trabajo por más que muchas veces no conlleve una remuneración ni un empleo[5],[6]. En el sentido no laboral recae con frecuencia en las mujeres y su “carga” se mide en tiempo y en compromiso presencial con la atención a la familia, la prole, la ancianidad, la discapacidad y la enfermedad[7],[8],[9]. Este cuidado primario familiar tiene ventajas respecto a la seguridad de pacientes, pues establece una “barrera” con la protección que da el conocimiento íntimo de la situación de vulnerabilidad; pero al tiempo puede ser una pesada carga ante un evento adverso grave e inesperado, ya que la cuidadora puede convertirse en una “segunda víctima” del mismo, por el impacto psicológico que le produce darle vueltas a cómo podría haber evitado el daño.

Los cuidados son clave para la vida, especialmente para que la vida valga la pena ser vivida y por ello es básico lo relacional, la vinculación y la significación personal pues los cuidados se prestan entre personas que no siempre tienen los mismos códigos culturales y sociales. Los humanos somos vinculares en el sentido de construirnos con las miradas y presencias de semejantes y los cuidados contribuyen fuertemente a hacer posible el desarrollo de una vida plena en lo personal y en lo social. En ese sentido, la prestación de cuidados, sean primarios o profesionales, no debería llevar a construir una realidad personal centrada en la necesidad de los mismos, sino conservar el respeto a la persona en su mismo ser y autonomía, con independencia de los cuidados que se precisen. Por ejemplo, estar afectado por una parálisis cerebral al nacimiento no disminuye el valor de la persona, pues sigue en su infancia siendo tan infante como si no la tuviera. De ello se deduce la importancia de los valores en el campo de los cuidados.

Cuidados y valores

Lamentablemente, el sector de los servicios sociales está infradesarrollado y en el sistema sanitario suele faltar formación respecto a cuidados

Llamamos valor a la cualidad que hace importante algunas cosas. Por atribuirles valor, esas cosas exigen un respeto especial. Así, la vida es un valor; también la salud, la dignidad, el amor, la justicia, la piedad, la convivencia, la seguridad, la paz, la educación, la amistad, la belleza y el placer son valores, como lo son las creencias religiosas, las tradiciones culturales, etc. En los cuidados los valores son pragmáticos (coherencia, constancia, eficacia, orden, prudencia, resolución, seguridad, etc), emocionales (armonía, confianza, delicadeza, entusiasmo, optimismo, ternura, etc.) y éticos (amor compasivo, confianza, dignidad, equidad, respeto, solidaridad, sostenibilidad, etc.). Con todos ellos se forma una amalgama ética y práctica que facilita la prestación puntual o continuada de cuidados apropiados a la persona, la situación y el momento.

En la práctica de los cuidados, el “yo heroico” de los valores no es tal, y por ello es inevitable la expresión de emociones profundísimas que deberían verse como normales si se gobiernan en el sentido de que no generen culpabilidad ni sean destructivas. Así, en la prestación de cuidados es posible que el amor se siga de rabia, la alegría de tristeza, la piedad de la agresividad, las risas de los gritos, la resolución de frustración, etc. Es difícil cuidar y ser cuidado y no expresar los mil sentimientos humanos que conlleva el vivir enfrentándose a las dificultades diarias en una sociedad que no promueve ni sostiene los cuidados. Reconocer la dignidad de esas emociones es clave para que fluyan y no generen desencuentros ni sufrimientos.

Lamentablemente, el sector de los servicios sociales está infradesarrollado y en el sistema sanitario suele faltar formación respecto a cuidados. Por ello son frecuentes las situaciones de carencia de cuidados con la lógica repercusión en la calidad de vida de quienes los precisan y los prestan.

Conclusiones

  1. Cuidarse es actividad innata de la especie humana. Es actitud existencial pero también se aprende según culturas y situaciones.
  2. Lo habitual es que el auto-cuidado se complemente con el cuidado de los que nos rodean, y de lo que nos rodea.
  3. Cuando no es posible el auto-cuidado, en todo o en parte, precisamos del cuidado ajeno. En general estos cuidados ajenos suelen ser de familiares y comunidad ligada por lazos primarios. Son, pues, cuidados primarios. Estos cuidados primarios, que se ven como informales, se suelen prestar en general en condiciones de estricta formalidad, por la rigidez, dedicación y disponibilidad que suponen. En estas labores es típica la inequidad de género, con sobrecarga de las mujeres para la prestación de cuidados primarios.
  4. En ciertos casos y situaciones los cuidados primarios se complementan con cuidados profesionales, remunerados o sin remunerar, de ámbito privado, público o mixto. Con frecuencia, estos cuidados profesionales sociales precisan ser coordinados con los servicios de salud, de vivienda, de empleo, de justicia y otros.
  5. Es importante utilizar formas de cuidados que no restrinjan ni la autonomía, ni la resiliencia, ni la capacidad de auto-ayuda de quienes precisan cuidados y evitar el posible poder medicalizador, incapacitante y des-empoderador de la prestación profesional de cuidados. Por ello es fundamental la prestación de cuidados en el domicilio. El ámbito político clave en cuidados es el local (municipal, de proximidad) que precisa presupuestos y legislación que faciliten su trabajo. La “externalización” de los cuidados traspasa estos al mercado y, sin una regulación apropiada de las empresas interesadas, puede llevar a prestaciones inadecuadas.
  6. En la prestación de cuidados son clave los valores tanto pragmáticos como emocionales y éticos. El “yo heroico” de estos valores no impide la existencia de profundísimas emociones que deberían verse como normales si se gobiernan en el sentido de que no generen culpabilidad ni sean destructivas.
  7. El sector de los servicios sociales está infradesarrollado y en el sistema sanitario suele faltar formación respecto a cuidados. Por ello son frecuentes las situaciones de carencia de cuidados con la lógica repercusión en la calidad de vida de quienes los precisan y los prestan.
  8. Se precisa del desarrollo de una cultura social del cuidado sin discriminación por género, de la mejora del nivel local/municipal tanto en presupuestos como en desarrollo de políticas de cuidados y sobre todo de unos servicios sociales que puedan contribuir eficazmente al bienestar social.

COMENTARIO

Este texto es resumen y síntesis de las ideas vertidas en los debates virtuales y presenciales del Seminario de Innovación en Atención Primaria sobre “Cuidados y salud: cultura, género, profesión, sociedad y valores”, celebrado en su reunión presencial en Lleida los pasados 10 y 11 de noviembre de 2017.

Hubo 236  inscripciones (de 165 mujeres, 71 hombres); 159 inscritos en virtual y presencial y 77 sólo en virtual.

Por profesiones: 8 trabajadoras sociales, 1 integrador social, 2 educadores sociales, 1 terapeuta ocupacional, 1 socióloga y politóloga, 1 estudiante enfermería, 8 residentes de enfermería comunitaria, 20 enfermeras, 1 estudiante de nutrición, 14 estudiantes de medicina, 1 residente de salud pública, 61 residentes de medicina de familia, 93 médicos de familia, 2 médicos gestores, 3 médicos generales, 4 pediatras, 2 psiquiatras, 1 reumatólogo, 1 ginecóloga, 1 estudiante de psicología, 1 psicólogo, 1 psicólogo y educador social, 1 psicólogo y sociólogo, 1 psicóloga y residente de medicina de familia, una profesora de secundaria, 1 mediadora cultural, 1 gerente, 1 filóloga, 1 cuidadora y 1 antropóloga.

Países de residencia: 2 Brasil, 2 Chile, 2 Cuba, 2 Ecuador, 1 Francia, 2 Luxemburgo, 8 Perú, 3 Portugal,1 Rep Dominicana, 1 Suiza, resto  España.

En el Seminario virtual (en el mes y medio antes del encuentro presencial) hubo 329 intervenciones en un total de 33 “asuntos”. 199 intervenciones fueron de mujeres (60%).

En el Seminario presencial hubo 12,5 horas de docencia (sesión de fotografías incluida) y 1 hora de cafés; se excluyen los 15 minutos añadidos de cortesía (de empezar 5 minutos antes cada sesión)

En el encuentro presencial hubo 4,63 horas para ponencias y para debate hubo 7,86 horas. Asistieron 120 personas (el 67% mujeres).

Hubo 21 ponentes, 15 mujeres y 6 varones. Fueron 1 estudiante, 2 legos, 7 residentes y 11 profesionales de sanidad.

Aparte de las ponencias, hubo en el encuentro presencial un total de 202 intervenciones, 130 de mujeres y 72 de varones; han sido 4 de estudiantes, 17 de legos, 33 de residentes y 148 de profesionales. Sólo desde la audiencia, las intervenciones fueron 121, de ellas 78 de mujeres.

En el Seminario de Lleida participaron en los aspectos organizativos la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC), la Associació d'Infermeria Familiar i Comunitària de Catalunya (AIFiCC), el Col·legi Oficial de Metges de Lleida (COMLL, Secció Col.legial de Metges de Família), el Equipo CESCA, el Lleida Convention Bureau y la Universitat de Lleida (UDL). Formaron el núcleo del equipo organizador: Gemma Amat i Camats, Marc Casañas, Francisco Cegri Lombardo, Gisela Galindo, Juan Gérvas, Esther Limón, Jordi Mestres Lucero, Aina Perelló, Mercedes Pérez-Fernández y  Beatriz Satué.

Referencias

[1]    La convocatoria del Seminario en: http://equipocesca.org/seminario-de-innovacion-en-atencion-primaria-siap-no-35-con-su-sesion-satelite-no-7-cuidados-y-salud-cultura-genero-profesion-sociedad-y-valores-lleidalerida-10-y-11-de-noviembre-de-2/ El Seminario se desarrolló virtualmente a lo largo de dos meses, con cientos de intercambios, y durante dos sesiones presenciales, con cientos de intervenciones. La redacción de este resumen en un trabajo colectivo a partir de una propuesta inicial de Juan Gérvas mejorada y corregida por  Marc Casañas, Fernando Fantova, Carmen González, Jesús Palacio, Aina Perelló,  Albert Planes, M Concepcion Ricart Aldoma y Aurora Rovira Fontanals.

[2]    Gérvas J. Nos cuidamos, cuidamos y  nos cuidan. https://www.actasanitaria.com/nos-cuidamos-cuidamos-y-nos-cuidan/

[3]    En España, las mujeres dedican 2,5 horas más diarias que los varones a las tareas domésticas (incluyendo el cuidado de la prole y de otras personas dependientes). Esas 2,5 horas las dedican los varones a 90 minutos más de trabajo remunerado y a 60 minutos de tiempo libre. http://documentos.fedea.net/pubs/eee/eee2016-32.pdf

[4]    10-things that make Sweden family friendly https://sweden.se/society/10-things-that-make-sweden-family-friendly/

[5]    Carrasco, Cristina. ¿A la mierda el trabajo?, perdón ¿de qué trabajo hablamos? http://ctxt.es/es/20170301/Firmas/11223/Debate-a-la-mierda-el-trabajo-desigualdad-mujeres-emancipacion.htm

[6]    Carrasco, Cristina; Borderías, Cristina; Torns, Teresa (eds). El trabajo de cuidados. https://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Economia_critica/El_trabajo_de_cuidados_C._Carrasco_C._Borderias_T._Torns.pdf

[7]    Torns Teresa. El trabajo y el cuidado: cuestiones teóricometodológicas desde la perspectiva de género. EMPIRIA. Revista de Metodología de las Ciencias Sociales, núm. 15, enero-junio, 2008, pp. 53-73 http://www.redalyc.org/pdf/2971/297124045003.pdf

[8]    Rogero, Jesús. Los tiempos del cuidado. El impacto de la dependencia de los mayores en la vida cotidiana de sus cuidadores. http://www.uam.es/personal_pdi/economicas/jrogero/docs/Rogero_Garcia_10.pdf

[9]    Arias Sánchez, Samuel, Saavedra Macías, Francisco, Avilés Carvajal, Isabel. (2016). El cuidado, una actividad de riesgo en  tiempos de crisis: Una revisión de la investigación con cuidadoras españolas. Psicoperspectivas, 16(1), 42-54. http://www.psicoperspectivas.cl/index.php/psicoperspectivas/article/viewFile/796/603

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