Complejidad vital
Laplace proclamó a comienzos del siglo XIX que todo era capaz de predecirse a partir de las leyes de Newton, incluso el comportamiento humano, pero ello es falso, pues los seres vivos somos seres complejos y por ello impredecibles.
Es decir, un ser vivo es un sistema compuesto de partes relacionadas, una especie de mosaico, cuyo conjunto tiene propiedades y comportamientos no esperables a partir de la suma de las partes individuales.
Complejidad y “normalidad”
La complejidad de la materia viva afecta a todas las áreas del comportamiento humano, incluyendo el que responde a los instintos básicos de sobrevivir y reproducirse. A este respecto, también los comportamientos son impredecibles.
Por ello, puesto que somos seres complejos, no hay nada que podamos definir categóricamente como “normal” o, por contrario, como “anormal”, y de ahí las dificultades que encuentra una medicina normativa que pretende definir con biometría (con cifras y medidas) la salud y la enfermedad.
Complejidad y vitalidad
Puede volverse agobiante el admitir una normalidad basada en lo más frecuente ya que los humanos, seres vivos complejos, se verían forzados para adaptarse a la misma.
Además de artificial, la visión normativa del humano que busca “ajustar” los comportamientos a una supuesta normalidad disminuye la expresión de su complejidad y su vitalidad.
Complejidad sexual
Nada más complejo que el comportamiento sexual, mediado por las hormonas y cromosomas sexuales y sobre todo por la cultura y la interacción social.
La ciencia y la medicina normativa han sido elaboradas básicamente por varones blancos, heterosexuales, cristianos, monógamos, de clase media y alta y ello implica la imposición de una visión de la sexualidad que pretende definir como normal lo más frecuente entre dichas personas.
Se considera, pues, “anormal” todo lo diferente, incluyendo las sexualidades periféricas que no se engloban en ese mundo normativo. Con ello se daña su vida al simplificar su complejidad y disminuir su expresividad.
Resistencia sexual
Ante el rechazo y la opresión, la discriminación y el estigma, las sexualidades periféricas se apoyan en la teoría queer e intentan cambiar el sentido de “normatividad” para convertir su “anormalidad” en un motivo de orgullo.
La teoría queer da voz a estas identidades que han sido acalladas por una ciencia y una medicina normativas.
La palabra queer
La palabra inglesa queer como sustantivo significa "maricón", "homosexual", "gay" y se ha utilizado de forma peyorativa en relación con la sexualidad, designando la falta de decoro y la anormalidad de las orientaciones lesbianas, homosexuales y otras.
El verbo transitivo queer expresa el concepto de "desestabilizar", "perturbar", "jorobar"; por lo tanto, las prácticas queer se apoyan en la noción de desestabilizar normas que eran consideradas apropiadas y correctas.
El adjetivo queer significa "raro", "torcido", "extraño".
La historia queer
La aparición de lo queer tiene su origen en las nuevas teorías sobre la sexualidad humana y los estudios históricos sobre la misma de los setenta y ochenta del pasado siglo.
También impactó el cambio social surgido a partir de los movimientos en favor de los derechos de las mujeres y de grupos marginados en general (homosexuales y minorías varias, por ejemplo), la reacción contra la estigmatización por SIDA, etc.
La teoría queer reivindica el derecho a ser sexualmente diferente y a poder disfrutar de la vida con todas sus ventajas e inconvenientes.
Intolerancia queer
Lo que parece razonable, el reclamar respeto para las distintas identidades de género y orientaciones de la sexualidad, se ha convertido para muchos en una religión con sus fanáticos dispuestos a considerar insultante y destructor de lo queer, transfobia cualquier discrepancia, incluyendo el escribir estas líneas.
Así, se niega la existencia del sexo biológico que se considera una “atribución”.
También se pretende el borrado de las mujeres pues el propio término se considera “ofensivo”.
En su extremo se niega el uso de palabras y expresiones como vagina (“agujero delantero”), lactancia materna (“lactancia pectoral”), etc.
La teoría queer extrema mantiene poderosas narrativas, como “nacer en el cuerpo equivocado”, que se basan en conceptos extremados de comportamiento rituales aceptados socialmente (“esta niña juega como si fuera un niño”) y llevan a terapias de confirmación irreversibles, incluso en menores de edad mediante cirugía y farmacología.
Para hacernos idea de la implantación extrema de la teoría queer, nada como el caso de las transfusiones en Escocia, donde, en la actualidad, se incluye una pregunta general a contestar obligatoriamente por todos los potenciales donantes de sangre sobre si están embarazadas o lo han estado en algún momento de su vida. Por consecuencia se ha rechazado la donación de un varón de 66 años, que lleva 50 donando, al negarse a responder a lo que le parece absurdo. El Servicio Nacional Escocés de Transfusiones aduce que con ello promueve la inclusión y que el embarazo no es siempre visible.
Un ejemplo de intolerancia queer
En ciencia y en filosofía no hay nada más absurdo que creer con fe ciega en la propia ciencia y filosofía, y, en ese sentido, la teoría queer se establece en general como filosofía y ciencia que no se puede debatir, en la que hay que creer con fe ciega.
Buen ejemplo es el rechazo violento al libro “Nadie nace en el cuerpo equivocado”, en cuya presentación, en Barcelona, hubo que recurrir a la policía ante las amenazas, incluso, de quemar la librería en que se realizaba el acto. También las anulaciones de actos previstos sobre el mismo, con participación de sus autores, en las Universidades de las Islas Baleares y de Valencia.
El sueño de la razón crea monstruos, que sintetizó Goya.
Síntesis
Con toda su complejidad, la sexualidad es expresión básica y gloriosa del ser humano y fuente de alegría y sufrimiento, de dolor y de placer, de vacío y de plenitud y de amargura y de contento, como todo aquello por lo que la vida merece ser vivida. El respeto a la diversidad ayuda a vivir con plenitud dicha complejidad.
Para terminar, breve y sintético vocabulario para el respeto
1.- El término sexo se refiere a las diferencias biológicas entre el varón y la mujer. Es la suma de todos los elementos sexuados del organismo – los cromosomas, glándulas, morfología, genitales externos y hormona sexuales. Puede ser de varón, de mujer o, infrecuentemente, de intersexual (indefinido, hermafrodita, etc).
2.- El género, por su parte, responde a las identidades, las funciones y los atributos constituidos socialmente de la mujer y del varón y al significado social y cultural que se atribuye a las diferencias biológicas. El género se asigna socialmente en el nacimiento, y puede ser aceptado o ser rechazado por el individuo concreto.
3.- La identidad de género es la vivencia interna y personal del género tal y como la experimenta cada individuo.
4.- Puede haber no conformidad entre el sexo biológico de la persona y la identidad de género que se le asignó: transgenerismo. Si se desea el cambio del sexo se habla de transexualidad, y si sólo se desea la vivencia del cambio, de trasvestismo. Puede haber situaciones intermedias, o no definidas: genderqueer o intergénero.
5.- La orientación sexual de una persona es su capacidad (independiente del sexo biológico y de la identidad de género) para sentirse atraída por otra/s persona/s emocional, sexual y afectivamente. Puede ser heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, polisexualidad, pansexualidad y otras.