La incertidumbre es consustancial a la vida
En la vida, hay siempre incertidumbre, nunca puedes tener certeza absoluta, siempre cabe la duda.
En la vida privada y en la vida pública, hay incertidumbre porque no se pueden definir todas las variables que afectan el devenir de cualquier decisión/hecho.
Los humanos respondemos a la incertidumbre evitando la parálisis, un poco como Alejandro Magno deshizo el nudo gordiano, cortándolo. Es decir, con decisiones concretas, sin ponderar todas las infinitas posibilidades, pues no podemos paralizarnos considerando todos los cursos de acción, ni tampoco podemos tomar simultánea o consecutivamente todas las decisiones posibles, así que hay que decidir y, en algún momento, tomar un rumbo concreto. Ello supone aceptar los riesgos inherentes, por supuesto.
Pasa en la vida privada y pasa en la vida pública. Así, por ejemplo, en la medicina clínica en que el médico no puede tener una parálisis que le lleve a no tomar decisiones frente a la incertidumbre irreductible. Ante el sufrimiento del paciente, el médico tiene que decidir con prudencia, y aceptar ambos, médico y paciente, que hay riesgos de errores y daños.
En el control de la incertidumbre en la clínica (y en la vida): ciencia, conciencia y coraje
La prudencia con la que tomar decisiones se debería basar en ciencia, conciencia y coraje.
Ciencia, que nos permite tener idea de lo cierto y de lo falso, con sus restricciones. Por ello, hay una ética de la ignorancia que obliga a compartir con los pacientes las limitaciones científicas de la medicina, y de la propia ciencia.
Conciencia, en el sentido de conocimiento responsable que lleva al compromiso con el sufrimiento de pacientes, familias y comunidades, y con la propia profesión médica. En un ejemplo, no se trata de “pasar consulta” sino de ser testigos, de acreditar el enfermar y de profesionalidad que pone el bien del paciente sobre el bien de quien lo atiende.
Coraje, en su doble sentido de valor, decisión y apasionamiento con que se acomete una acción, y rabia cuando no se ha logrado evitar/superar algo que se podría haber logrado con otro curso de acción.
Todo ello (ciencia, conciencia y coraje), implica la consideración de valores éticos irrenunciables, que en el caso del médico implican un compromiso tal que le pueda llevar a la cárcel. Por ejemplo, al negarse cuando el movimiento eugenésico de hace un siglo llevó a exigir a los médicos los listados de personas “defectuosas” para ser castradas o para matarlas. O, más reciente, cuando se llega a pedir a los médicos que no atiendan y denuncien a los inmigrantes sin papeles y enfermos.
Un resumen gráfico, de Mónica Lalanda, a partir de la presentación de Mercedes Pérez-Fernández en el Seminario SIAP de noviembre de 2014 sobre “Actividades preventivas, diagnósticas y terapéuticas en la mujer: incertidumbre y complejidad científica, técnica y social”:

Ética
Nos escribe un compañero y amigo peruano, Elard Quispe, reumatólogo y especialista en ética. Tituló su texto justo con las tres palabras clave:
“Ciencia, conciencia y coraje.
Juan y Mercedes, porque son más que dos…
Amigos «familia escogida»…
Nuestro orgullo por ustedes…
Me permití hacer este «decálogo» para mis estudiantes de medicina del curso Medicina Basada en Evidencias y comentarles el último día de clases sobre sus logros y nuestra amistad:
1— Ideas discrepantes y vibrantes, que brotan a cualquier edad en forma inexplicable, en mentes preparadas, trabajadas que no aceptan a ciegas el «es así»…
2— La vida es tan corta y ancha… dependiendo de cómo deseas, piensas, lo trabajas y disfrutas…
3— Escribir ayuda a pensar y madurar ideas…
4— Hacer lo científico desde las ideas y trabajos de un «ojo asilvestrado y no domado»…
5— Tener un profesor para entender, comprender y modificar esta realidad social, económica, científica, ecológica y ética…
6— Saber más allá de la Medicina…
7— Prepararnos para «no hacer daño», hacer el 100 % de lo que hay que hacer y no hacer el 100 % de lo que no hay que hacer…
8— Tratar de ser un verdadero sabio, que por serlo no lo exhiba …
9— Estar fuera del rebaño, a contracorriente del pensamiento único…
10— Educar en el valor, conciencia y dignidad de la derrota, para volver a empezar…”
Hacer, hacer bien, y no hacer
Hacer, hacer bien, y no hacer son tres propuestas que llenan la vida profesional en el sentido de compromiso con el sufrimiento de personas, familias y comunidades. Saber qué hacer, hacerlo bien, y saber qué no hacer y no hacerlo.
Si pasamos de lo individual a lo colectivo, el objetivo último del sistema sanitario es ofrecer “máxima calidad, mínima cantidad, tecnología apropiada, por profesionales competentes, en tiempo y lugar apropiado y tan cerca del domicilio del paciente como sea posible”. Son siete propuestas que llenan la vida profesional, pero no solo en el campo personal, sino en el campo de la profesionalidad, en el sentido del compromiso con la propia profesión y con la sociedad.
¿Cómo gobernarnos sin agobiarnos con estas diez propuestas?
Los profesionales sanitarios somos capaces de cortar el nudo gordiano decidiendo apropiadamente en medio de las exigencias de las condiciones reales. De hecho, el profesional sanitario está altamente cualificado, precisa de actualización permanente y en la práctica clínica diaria con restricción de tiempo y de recursos, es capaz de tomar decisiones rápidas y generalmente acertadas en condiciones de gran incertidumbre.
Síntesis
El sufrimiento del paciente gobierna al clínico y la respuesta debería contener dosis apropiadas de ciencia, conciencia y coraje.
El profesional sanitario se gobierna por el sufrimiento, como toda persona que tome contacto diario con pacientes. Es decir, lo que conmueve al profesional sanitario, lo que le exige una actitud de mejora continua, es el trato con el paciente, es la convivencia con el dolor humano. Ello es lo que exige ciencia, conciencia y coraje.
Se trata de una exigencia ética y de una auto-terapia. En su formación, el profesional sanitario ha interiorizado una cierta angustia como respuesta al sufrimiento, y el alivio de esta angustia solo lo logra con una respuesta eficaz en medio de la incertidumbre que calme o elimine el sufrimiento del paciente y de sus familiares. Lo logra decidiendo con ciencia, conciencia y coraje.