Cara Juan Gervas

El mirador

Acompañante personal. Alta tecnología sanitaria.

Doctor en Medicina. Médico General jubilado. Equipo CESCA (Madrid, España). [email protected]; [email protected]; www.equipocesca.org; https://t.me/gervassalud

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Juan Gérvas
Juan Gérvas

En un momento en que se está limitando la presencia del acompañante del enfermo, el autor lo reivindica como parte esencial del entramado de los cuidados

La medicina personalizada es la medicina personal; o sea, la de toda la vida, pues en la clínica se encuentran personas, unas que sufren y llamamos pacientes, y otras que pueden asesorar en la búsqueda de la mejor respuesta, que llamamos profesionales.

Pretenden que la medicina personalizada sea una especie de medicina “adaptada” a la persona, mediante pruebas genéticas y otras novedades, pero ¿qué otra cosa es la medicina sino ofrecer alternativas al sufrimiento, “adaptadas” a creencias, expectativas y valores de los pacientes?

En el sistema sanitario, un acompañante personal es una persona que acompaña a un paciente, a una persona que sufre.

En general, el acompañante personal suele ser miembro de la familia del enfermo. Para dejarlo claro, en general además de familiar suele ser una mujer (esposa, madre, hija, nieta, prima, etc).

El acompañante personal es clave en algunas situaciones y circunstancias, por ejemplo cuando se va a proceder a la exploración de partes íntimas, o cuando el paciente tiene alguna minusvalía, o es menor, o tiene deterioro cognitivo, o en la visita a domicilio, o durante el parto, etc.

El acompañante personal es clave durante el ingreso hospitalario, lo que suele implicar sufrimiento extra pues al paciente lo desnudan y tumban, lo aislan e imponen una disciplina casi militar y por ello pasa a una situación extrema de indefensión. Contar con una persona que acompaña y ayuda al paciente es garantía de que habrá consuelo y apoyo durante esa indefensión.

En general, tener un acompañante personal es una suerte; no todo el mundo puede contar con alguien que le dedique tiempo, siquiera sean unas horas al día, o algunos días.

Cuando se produce el “milagro” de tener acompañante personal, los profesionales deberían celebrarlo, sea en atención primaria sea en el hospital.

Sin embargo, es frecuente que se pongan trabas a la presencia del acompañante personal y más con la excusa de la pandemia covid19.

Todo deberían ser facilidades para que los pacientes pudieran contar con tal acompañante.

Si puede, entre en este hilo de Twitter, el primer comentario y todos los que siguen a: “Mi yaya, 95 años. Con deterioro cognitivo, está ingresada sola, en el Gregorio. Repito sola...la medicina no es esto. De que sirve entonces mi pasaporte covid, si no puedo cogerle de la mano? Y ya lo de que te informen es un unicornio”.
https://twitter.com/mery_gh81/status/1486056490167414789

Hay de todo, reflejando una arbritariedad llamativa: “Hace tres semanas, hospital Ramón y Cajal, una nieta se quedó permanentemente con su abuela de 90 (con covid y deterioro cognitivo) hasta que falleció. Permitidas visitas en su horario. ¿Cómo puede ser esta arbitrariedad en distintos hospitales del mismo Madrid? No lo entiendo”.
https://twitter.com/PostigoElena/status/1486084201875189766

Especialmente importante, la nota de PreicoJurididos: “¿Te deniegan la entrada al Hospital como acompañante de un enfermo? Debes saber que la ley está de tu
favor. Solo que nadie te lo dirá” https://twitter.com/PreicoJuridicos/status/1432047930068905996

Es un privilegio el tener un acompañante personal, un “milagro” para alivio de los profesionales sanitarios, y todo deberían ser facilidades para que los pacientes pudieran contar con tal acompañante.

Cuando se renuncia al acompañante personal, se renuncia a un poderoso agente de salud y a una ayuda generosa y solidaria. Con la renuncia va implícita una disminución de la seguridad del paciente y un desprecio a su salud global. Las genéricas prohibiciones y graves limitaciones contra el acompañante personal son inhumanas, carecen de fundamento científico y disminuyen la calidad de la atención clínica, que es técnica y "humana".

El acompañante personal puede sonar a alta tecnología sanitaria, pero no es más que parte del entramado de cuidados que facilitan la vida, y el vivir.

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