El autor recurre a una concatenación de textos relacionados con la vida, incluso en plena presencia de la Covid-19, para defender la necesidad de seguir viviendo como seres solidarios y no aislados.
Primera estación
Una canción. “¿A dónde irán los besos que no damos?”, del español Víctor Manuel https://www.youtube.com/watch?v=Mhb4Krd3eT0
Por favor, si va a leer este texto, primero escuche esta canción. No siga adelante, no vale la pena leerlo si no ha oído la canción
Segunda estación
Un libro. “El olvido que seremos”, de Héctor Abad Faciolince./p>
Sobre su padre. “Cristiano en religión, marxista en economía y liberal en política”. Sobre el médico Héctor Abad, “un convencido de la necesidad del compromiso social de la medicina en países devastados por la pobreza como Colombia”. https://www.letraslibres.com/mexico-espana/libros/el-olvido-que-seremos-hector-abad-faciolince
El libro se hizo película, dirigida por Fernando Trueba. https://macguffin007.com/2020/06/23/el-olvido-que-seremos-fernando-trueba/
Tercera estación
Un llanto. “Cuando un gigante cae, los enanos nos quedamos sin sombra”. De Mercedes Pérez-Fernández y el firmante, conmovidos por la muerte de una amiga sabia, Bárbara Starfield.
“Hace muchos años nos preguntó uno de nuestros hijos: ¿“cuando muere un viejo sabio, a dónde va su conocimiento y su experiencia”?. No supimos bien qué responder”. https://gerentedemediado.blogspot.com/2011/06/cuando-los-gigantes-caen-los-enanos-nos.html
Cuarta estación
Una copla. Por la muerte de su padre, de Jorge Manrique.
“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer;
cómo después de acordado da dolor;
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor”.
https://www.poesi.as/index1.htm
Quinta estación
Un refrán. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
En “El Quijote”: “Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza”.
https://cvc.cervantes.es/lengua/refranero/ficha.aspx?Par=58635&Lng=0
Sexta estación
Un análisis de la vida en tiempos de epidemia. En “Life in a time of pestilence. The Great Castilian Plague of 1596-1601”, de Ruth MacKay.
Sobre la epidemia de peste que arrasó los territorios de la Corona de Castilla entre 1596 y 1601, matando a unas 500.000 personas de una población total de ocho millones. La peste llegó desde Flandes en un barco que atracó en el puerto de Santander, desde donde se extendió por la costa y hacia el sur. Por ello esta epidemia fue conocida como "peste atlántica".
“En lugar de enfatizar el caos y el pánico, que de hecho solo aparecen raramente en los documentos municipales y judiciales que he examinado, consideraré una serie de lecciones morales y políticas que los líderes de la ciudad, los eclesiásticos, los ciudadanos y los servidores reales tuvieron que tomar: huir o quedarse; expulsar a los pobres, cuidarlos, o ambos; tratar en público de la enfermedad o mantenerla en secreto; realizar los últimos ritos o abandonar al rebaño; salvar al individuo o la comunidad; respetar la cuarentena o continuar el tráfico a través de muros de la ciudad destruidos, aunque fuertemente vigilados”. http://www.crassh.cam.ac.uk/people/profile/ruth-mackay
Séptima estación
Una enseñanza. “La vida sigue”. En “Que la enfermedad no venza a la vida: cinco lecciones de la Historia frente a la COVID-19”, por Misael Arturo López Zapizo y Mauro Hernández.
“La vida sigue. Esta lección es el núcleo del libro de Ruth MacKay [“Life in a time of pestilence. The Great Castilian Plague of 1596-1601”], que nos muestra cómo los castellanos del siglo XVI, en medio de la peor epidemia de la Edad Moderna, seguían litigando, conspirando, casándose, comprando y vendiendo, evadiendo impuestos y, por supuesto, trabajando. Se trata, a nuestro entender, de una hermosa enseñanza: en medio de la plaga, es posible y hasta necesario amar, reír, leer la prensa, emborracharse y hasta trabajar. No hay que consentir, de ninguna de las maneras, que la enfermedad venza a la vida”. https://theconversation.com/que-la-enfermedad-no-venza-a-la-vida-cinco-lecciones-de-la-historia-frente-a-la-covid-19-141071
Octava estación
Un aviso. Valoración del riesgo, en junio de 2020. Del Centro Europeo de Control de Enfermedades. “Rapid Risk Assessment: Coronavirus disease 2019 (COVID-19) in the EU/EEA and the UK – tenth update”.
“Una estrategia fuerte de comunicación de riesgos debería recordar a los ciudadanos que la pandemia está lejos de terminar. Las personas deben ser conscientes de que las medidas de salud pública para limitar la propagación del virus continuarán afectando la forma en que nos movemos, trabajamos y viajamos, y nuestras actividades de ocio en el futuro previsible. Esto es especialmente importante a medida que Europa avanza hacia las vacaciones de verano, cuando los cambios en el comportamiento, las actividades y los movimientos de las personas pueden hacer que las personas vuelvan a los patrones de comportamiento pre-pandémicos y potencialmente riesgosos. Se proponen cuatro mensajes clave de comunicación de riesgos:
- Estamos en un maratón, no en un sprint.
- No debemos bajar la guardia.
- Todos debemos adaptarnos a una "nueva normalidad".
- Nuestras acciones nos dan el poder de controlar la propagación del virus”. https://www.ecdc.europa.eu/en/publications-data/rapid-risk-assessment-coronavirus-disease-2019-covid-19-pandemic-tenth-update
Novena estación
Una pregunta. “¿Hasta cuándo?”, de Luciano Román.
"Elegimos cuidar la vida" ha dejado de ser, a esta altura, un argumento consistente para vibrar con el sonido hueco de un eslogan. Claro que todos queremos cuidar la vida (la nuestra y la de los demás). No tenemos vocación suicida ni una indolencia temeraria. Pero miramos a nuestro alrededor y nos preguntamos: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo podemos sobrevivir como una sociedad aislada, paralizada, encerrada en su casa?”. https://www.lanacion.com.ar/opinion/desconcierto-laberinto-noventena-nid2384160?fbclid=IwAR15OT3RVEQ2D1AkJFt95h6Ssw6M1_pLp_yjY8eqCJWrKb2pdNZpxJ--AVo
Décima estación
El sueño de la razón produce monstruos. Por Juan Irigoyen.
“El Covid-19 instaura súbitamente el milagro de hacer efectivo el sueño salubrista acerca del control efectivo de la población para incrementar el nivel de salud de la misma. Los dispositivos de la salud pública han desarrollado sus actuaciones dirigidas a determinados colectivos o a la población general mediante un conjunto de métodos cuya pretensión era cambiar los comportamientos mediante la persuasión e influencia. Los resultados obtenidos son, en general, muy modestos. La envergadura de los dispositivos sociales, principalmente instalados en el mercado, que influyen negativamente en la salud es colosal. Así, apenas se han desarrollado métodos basados en la coacción, sólo en el caso de los colectivos marginalizados. Pero la emergencia vírica ha legitimado la intervención basada en la coacción. Tras el confinamiento, esta apoteosis de coerción parece haber ofrecido buenos resultados en el control de la pandemia. Sin embargo, esta realidad es manifiestamente engañosa”. http://www.juanirigoyen.es/2020/06/el-covid-19-y-las-falacias-de-polgar.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+TransitosIntrusos+%28Transitos+intrusos%29
Undécima estación
Una ceguera enceguecida. Señalada por Ariel Petruccelli en “¿Sobrevivirá el pensamiento crítico a la pandemia?”
“La ciudadanía está ciega y enceguecida a la vez: ciega de información relevante, y enceguecida por un bombardeo constante sobre las cifras del COVID-19”.
Duodécima estación
Una dinámica: la preeminencia del Mercado. En “Estar raros, contra la vieja y la nueva normalidad“, de Amador Fernández Savater.
“El paro y los despidos son la mejor solución de las empresas para no arruinarse. La obsolescencia programada resulta una gran idea. Los problemas para los habitantes de la tierra (humanos y no humanos) son soluciones para la economía. De ahí que el pensador italiano Antonio Gramsci apelase a nuestra “terrestritud común” contra la lógica capitalista de beneficio”. http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/352100
Décimotercera estación
Una evidencia: en el Teatro del Mundo no se repiten las escenas. Del poeta latino Horacio: “Tempus fugit, carpe diem”. “El tiempo vuela, disfrútalo”.
Del poeta español Antonio Machado:
“Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar”.
https://www.espoesia.com/poesia/antonio-machado/caminante-no-hay-camino-antonio-machado/
Décimocuarta estación
Un valor: morir dignamente, y acompañado (si se desea).
La vida es un valor, pero no un valor supremo. Como tal valor no es un bien absoluto sino que compite con otros muchos valores, como el valor del mismo disfrute de la vida. No es vivir por vivir, sino vivir porque la vida tiene sentido. Se comprende así que morir dignamente sea un valor central, el broche de toda una vida. Y acompañar en ese trance es un privilegio, algo que nos hace humanos y nos da sentido de tribu solidaria.
Todo ello se ha perdido en el curso de la pandemia, donde muchísimas muertes por covid19 han sido inhumanas, contra la ciencia, la ética, la medicina, la moral y la solidaridad.
Esa pérdida de humanidad es crueldad, pues incluso se puede morir con dignidad y acompañado en la situación extrema de ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Lo demuestra el ejemplo de la UCI del Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz (Madrid, España):
“En nuestra UCI no se ha muerto nadie solo. En nuestra unidad de cuidados intensivos todas las familias que han querido entrar han entrado todos los días porque no nos hemos dejado llevar por el miedo. Si yo estoy trabajando y tengo un EPI [equipo de protección individual] y no me contagio ¿por qué tengo que negar que la familia entre? Yo les enseño a ponerse el EPI, se ponen guantes y mascarillas. Lo hemos hecho con familiares de pacientes que han estado 80 y 90 días ingresados y no se han contagiado”, explica Gabriel Heras.
Coda
Un equilibrio: entre el corazón y el cerebro.
No sabemos qué evolución tendrá el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2. Podrá desaparecer, como el SARS previo, de 2002 a 2004. O podrá acompañarnos por milenios, como los coronavirus de los catarros. O será como el del MERS, que desde 2012 se presenta en brotes aislados. No lo sabemos. Conviene por ello la prudencia.
El Gobierno del Reino Unido llegó a prohibir a primeros de junio el sexo “fuera de casa”, con no convivientes, en el estricto cumplimiento de la cuarentena y el confinamiento https://www.publico.es/internacional/sexo-coronavirus-reino-unido-prohibe-relaciones-sexuales-personas-no-convivientes.html
Quizá mejor sería la política de “disminución del daño”, de aprender a convivir con un nuevo problema y de disfrutar de la vida como en el Reino de Castilla hace cuatrocientos años.
Que no nos quedemos con los besos y abrazos que no damos.
Por ejemplo, puestos a tener sexo en grupo, que no sea una multitud https://www.youtube.com/watch?v=jnFVQQP97Ds