Las personas que reciben un trasplante deben llevar de por vida un tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo del órgano trasplantado. Abandonar esta terapia, o no cumplirla correctamente, puede provocar la aparición de anticuerpos anti-HLA, conocida como rechazo humoral, que podrían ocasionar la pérdida de injerto.
Esta edición del encuentro de Astellas contó con la participación de ponentes, tanto nacionales como internacionales, bajo la coordinación del jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el doctor Daniel Serón, quien explicó que, “hoy en día, no hay ningún tratamiento que haya mostrado su eficacia en el rechazo humoral crónico, si bien se están evaluando nuevos tratamientos”.
Mala adherencia al tratamiento
Por su parte, el jefe de la Unidad de Trasplante Renal del mismo centro hospitalario, el doctor Francesc Moreso, apuntó que “durante el primer año post-trasplante, una minimización excesiva de la inmunosupresión con tacrolimus y/o MMF y/o esteroides se asocia con la aparición de episodios de rechazo agudo clínico y subclínico y con el desarrollo de anticuerpos donante-específicos de novo (dnDSA)”.En esta misma línea, el doctor Emilio Rodrigo, quien es miembro del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, indicó que “la mala adherencia al tratamiento, los niveles bajos de anticalcineurínicos y una alta variabilidad de los mismos son factores de riesgo de activación de la respuesta humoral, con aparición de dnDSA y rechazo mediado por anticuerpos, y de pérdida de los trasplantes”.