Al final, las elecciones generales celebradas este domingo 28 de abril han puesto de manifiesto que los españoles apuestan por la solidaridad frente a los planteamientos que, bajo los principios del populismo que, a fuerza de insultos y descalificaciones, promueven el egoismo y el inmovilismo, en una especie de reivindicación del pasado al que los ciudadanos no quieren volver, porque ya lo han vivido.
El planteamiento solidario del Partido Socialista (PSOE), más allá de las proclamas electorales, se habían puesto de manifiesto en las actuaciones del breve período de gobierno con Pedro Sánchez a la cabeza y se vieron plasmadas en el Proyecto de Presupuestos para 2019, que fue rechazado en el Congreso de los Diputados con los votos de populares, ciudadanos e independentistas. Ahora, toca formar un gobierno que consolide la estabilidad democrática surgida de la Constitución hace 40 años en torno a las personas.
Con la victoria del PSOE habrá que esperar a que, en el campo asistencial, prosiga con su política de universalización y adopte medidas que acaben con la discriminación impuesta por el gobierno del PP con su Real Decreto-Ley 16/2012. Discriminación que va más más allá de los copagos.
Han debido pasar unos años para que los ciudadanos se dieran cuenta que, con el PP y los otros partidos surgidos a su sombra, tenían mucho que perder y poco que ganar, por más que su prédica girara en torno a una medida tan egoísta como la bajada de impuestos. Lo importante de los impuestos es saber repartir sus ingresos en beneficio de todos y no en el mantenimiento de la insolidaridad entre los ciudadanos.
A la vista de los resultados electorales, puede decirse que la que sanidad pública debe convertirse en instrumento de solidaridad, para lo que deben consolidarse medidas de las que hemos visto algunos atisbos últimamente. Lo importante es no equivocarse en el objetivo final, que es la solidaridad entre los españoles.
